EL HOMBRE DE MUNDO

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José Bertran al que los amigos llamaban "Joe" era un brillante ejecutivo que trabajaba en una multinacional inglesa de productos químicos, la cual tenía sucurales en muchos países de Europa y también tenía vínculos económicos en Norteamérica.

Sin embargo por razones familiares en las vacaciones estivales las pasaba en un pueblo marítimo del litoral catalán llamado EL MASNOU. Y aquel final del verano del año 1995 "Joe" y su mujer Carolina acompañados de una prima de ésta que había sufrido un dsengaño amoroso llamada Mercedes que era una mujer relativamente joven; rubia, de ojos azules, y de piel muy blanca, asistieron al Casino de la localidad de estilo Modernista donde se celebraba la Verbena de Santa Rosa que era la patrona de dicho pueblo engalanados de etiqueta como requería la ocasión. "Joe" vestiría el smoking, mientras que ellas llevarían un elegante traje de noche.

El patio del Casino presentaba una rutilante perspectiva con sus mesas dispuestas para la cena de los socios, y la iluminación festiva, sugerente de los farolillos. Asímismo junto a los plátanos que se hallaban diseminados aquí y allá se encontraba un famoso cantantante romántico con un aire indolente rodeado de varias admiradoras de todas las edades solicitándole un autógrafo.

- Yo también quiero ir a saludar a Ramón Gelabert - dijo con una impaciencia de adolescente Mercedes refiriéndose al cantante-. Es que me gusta mucho, porque además de tener unas canciones preciosas, parece que es muy simpático. Es tan sencillo como nosotros.

-Bueno, ves a saludarlo si quieres. Pero no te fíes de su aparente buen talante. Estoy seguro que esta imágen que exhibe de simpatía y de hombre popular es puro marketing porque lo que de veras le importa es vender discos. Je, je, je - le respondió "Joe" con una risita escéptica.

-¡Ay joe! No seas tan aguafiestas, hombre - le resprochó Mercedes con una expresión de disgusto.

Mercedes se levantó de su asiento y se dirigió con decisión hacia el cantante. Mas cuando estuvo junto a él y lo saludó estrechándole la mano, éste le devolvió el saludo de una forma maquinal con una actitud hosca, y sin mirarla a los ojos.

Mercedes decepcionada regresó a su sitio.

- Tenías razón Joe - le dijo ella a su primo político-. Ramón Gelabert es un tipo muy antipático.

- Claro. Es que hay una abismal diferencia entre la postura de un estereotipado romanticismo que se quiera vender a través de un famoso, y lo que es la realidad. je, je je...

- Ay Señor. Si es que siempre me ha pasado lo mismo - expresó Mercedes quejumbrosa-. Cuando me presentan a un hombre, aunque no le conozca a fondo, sea por sus gestos, o por algo insignificante no puedo evitar de enamorarme, y luego resulta que no es lo que me había imaginado. ¿Por qué crees que me ocurre eso? Porque yo ya no soy ninguna niña.

- Porque pienso que tú no estás realmente enamorada de dicha persona, sino que proyectas en ella tu idea romántica de la misma. Yo creo que todavía vivimos en la filosofía platónica que da prioridad al mundo de las Ideas más que al conocimiento de una cosa en sí, de una persona. Pero también esto se puede acentuar cuando por ejemplo a uno se le muere un ser querido; alguien que realmente le apreciaba en un momento álgido de su vida - pues siempre se mueren pronto los más buenos, los más lúcidos mientras que a la gente impresentable nunca les pasa nada-, y entonces uno va buscando en los demás aquella óptima afectividad perdida, mas al final te puedes llevar una decepción porque la pareja no cumple con tus expectativas. En fin, todo tiene la importancia que se le quiera dar. je, je je...

- Me dejas asombrada con tus explicaciones.

- Es que llevo varios años conociendo a mucha gente de medio mundo.

Cuando terminó la cena aquel cantante tan atipático empezó su recital causando el deleite del público, y posteriormente hubo baile.

Joe bailó tanto con su mujer, como con Mercedes y cuando se sentaron de nuevo en su mesa para descansar un rato vino a saludar al ejecutivo un amigo del Club Naútico al que pertenecía llamado Pedro.

- Está bien la fiesta ¿no? - dijo Pedro.

- No está mal. - repuso Joe.

- A ver cómo se porta el Barça este año, porque la temporada pasada no anduvo demasiado fino- le comentó el hombre a su amigo pensando que era tan aficionado al fútbol como él.

- Bueno, si el Barça este año hace un buen papel, pues muy bien; pero si no también, porque unas veces se gna, y otras se pierde. No sabríamos lo que es ganar, si antes no se ha perdido. Así es la vida - dijo con estoicismo Joe.

- Vaya. O sea que a ti te da igual lo que haga nuestro equipo. ¿Es que no te interesa el fútbol?

- Como es natural siento una cierta simpatía por el Barça porque yo soy de aquí. Pero no me apasiona como a ti je, je, je... - respondió Joe condescendiente; como si hablara a un niño-. Ten en cuenta que en el fútbol quienes realmente ganan son los jugadores porque cobran un montón de dinero, alimentando la ilusión de un equipo determinado de tal región de la península en la gente, y nada más. Cuando en un partido gana el Barça ¿tú qué haces después? Te vas a tu casa y tu vida sigue igual que siempre. No cambia nada. Si ahora el fútbol se ha convertido en una especie de religión que despierta el narcisismo que todos llevamos dentro, es porque precisamente la fe humana necesita agarrarse a algo por ilusoria que sea. Pero en la vida hay muchas otras cosas más.

- Lo que me das a entender es que tú no tienes ningún ideal - dijo Pedro algo decepcionado de su amigo.

- No...ja, je, je...muchas veces los ideales llevan al enfrentamiento violento de un grupo contra los que no piensan como él, cuando el río de la vida sigue otros cauces más abiertos.

Lo que le sucedía a Joe era que a tenor de la dinámica de su trabajo viajaba sin cesar, y como hablaba varios idiomas y se había convertido en un hombre cosmopolita el cual se relacionaba con personas de varios paises, conocía muchas culturas, sean del Viejo Continente, o del Nuevo., por lo que psicológicamente veía  su natural entorno cuyos prejuicios y pequeños anhelos sobre todo regionales se le antojaban muy pueriles y carentes de realismo, ya que los negocios, el capital no tenía fronteras.

Por eso cuando se encontraba con alguien como Pedro apenas se lo tomaba en serio y en su fuero interno se asombraba y se decía a sí mismo: "Hay que ver como es la gente".

No obstante quienes le rodeaban advertían aquel distanciamiento y como estaban fuera de su onda existencial se fueron apartando de él; oincluso su mujer Carolina que lo acusó de raro, de egoísta.

De manera que Joe se tuvo que buscar a otros amigos y amigas que compartieran su modo de ser si quería ser un poco más feliz.

Aunque esta selección ambiental vale para cualquier tendencia sensitiva del ser humano.

 

 


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