Pasividad Lacrimosa... (Neosurrealista)

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PASIVIDAD LACRIMOSA
((Texto Neosurrealista experimental))


Con un trozo de mirada, un espejo sueña
al árbol de su rostro más querido, suave,
blando, sembrando los latidos fosforescentes.
Arriba la noche espera. Un luna duerme,
recostada en un extremo de la calle.
Fúnebres las cortinas de la casa solas,
escuchan la lluvia aún recordada
por las nubes más allá de la puerta.
Los techos ya no despiertan con las últimas
estrellas que tocan la lejanía donde los
caminos se pierden... Ocultas miles de muertes,
enteras, solapadas arteramente, cada día de nuevo,
derramando lo que se vuelve a leer repetidas veces.
Cómplices por consiguiente, con los montones de
basura, en la era inaccesible al exterior.
Por el contrario, dentro del estrecho marco interno,
el vacío se expande, el olvido a priori es intuición pura.
Las paredes y los pisos solo ven las sombras,
la realidad es el más exacto desconocimiento.
Protesta, manifiéstalo, y ya tienes tu ataúd gratuito.
Cualquier desgracia es transformada en victoria si
se le desfigura y deja provecho abundante al que
menos afecta. Y todo porque el fracaso y el deterioro
han encontrado su espacio en el olvido forzado.

El aire es cada día más espeso, miles de ausencias
pululan e inundan el cielo, la tierra, el agua pesada
de las almohadas, las ostras inermes, temerosas
esperan su sueldo desempleadas. Más interesa el
bienestar propio que cualquier vida ajena.
El calor infernal es alegre, si bien se palpa el frío
hielo de las consciencia podridas de las últimas arenas.
Y todo, por la corbata ignorante del anillo en manadas,
en lo alto de los limpiabotas que bucan al zapato
transeúnte. Somos, dicen : sonriendo, a los aplausos
comprados de las mejores cloacas, con el poder de la
retórica que no importa, ni siquiera inhalando pegamento
del más barato. En el extremo inferior un viejo ferrocarril
lleva palabras nuevas, logrando atrapar sus señales
con las luces que pelean por saber quien es la más
fuerte al tocar las bocinas ruidosamente.

Sin embargo, el mercado no era el mismo,
los requerimientos de preparación para la industria
operaban en desacuerdo, y las medidas extremas de
seguridad estaban entre las nubes transparentes de
un escritorio anacrónico, hambriento por las monedas
de los bolsillos ajenos. Ocupado en el engaño,
en el teatro, en suprimir y exterminar la más mínima
protesta justa. Las pestañas del polvo tocan con flautas,
un atardecer a lo lejos.
Las voces talladas suben del campo a una carreta vacía.
¡ Nadie sabe cómo...!.
Solo la inocencia soporta, la selva tropical en camino
a su exterminio. En los tímidos márgenes de las sombras,
silenciosas, vigilantes, saliendo de su orígen de un matiz
inmaterial.

¡ Qué pasividad más lacrimosa !... Con asombro una
montaña sonámbula atraviesa, lodo, maleza, y rústicos
senderos a cambio de ello, la madera cuelga sus recuerdos
entre secos vegetales con hojas de aluminio.
Los antílopes vuelan como el humo de peces tejidos con
lianas que enrollan sus redes, esperando atrapar de nuevo
al aire... A las esperanzas yertas, a los sueños destrozados,
a los suspiros refugiados bajo tierra. Las chozas están en todas
partes. Ahora, como miles de otros sueños,
se han quedado congelados, y se encuentran reducidos a una
falta de relevancia...
Pero esto nada importa, nadie ya lo toma en cuenta,
y de nada sirve, las palabras corren como el río.
La misma pasividad tiene miedo al desempleo. El hambre y
la desesperación son el mejor premio. Y el que no esté,
ya esperará su ausencia en el menor espacio de tiempo

Autor : Joel Fortunato Reyes Pérez


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