Le digo adiós...

...a los frutos tempraneros y a los éxitos apoteósicos. La persecución de los sueños me lleva a un territorio desértico. Pensar que el camino es lo más dulce pero la meta el completo hastío; que el trayecto me regala momentos que disfrazan el disgusto interno, que todo me lleva hacia un sitio y en realidad mi búsqueda es la reproducción en bucle de esa sensación extática: el regocijo. El regocijo de la existencia es lo más cercano a los Dioses; es lo elemental para la mente y la beatitud para el alma. Todo lo bueno se vive en un instante. Yo quiero vivir en ese instante almacenado en la nube, en el algoritmo que me garantice el regocijo mediante un loop infinito. ¿Qué botón debo presionar?