El pistolero

Ya lo había hecho muchas veces. Con más o con menos acierto. Siempre solo, como aquel que se llevó a la rubia. Y ahí estaba ¡ante otra aventura¡. Pensó con cierta tristeza que aquellla sensación le embriagaba, delirio inevitable.

¿Tendría la misma suerte de su lado?. No lo meditó y enfiló hacia su destino.

Nunca lo había llamado enfrentamiento ¡pero esta vez si lo era¡, y recordó la primera frase que había dado comienzo a todo,

"Si eres orgulloso conviene que ames la soledad; los orgullosos siempre se quedan solos".

Lo estaba, como el humo que salía de su revólver.