MANDAN ELLAS 2

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- Vaya... - expresó el socio afligido.

- Sí. Y esto da que pensar. El día en que se generalice más la inseminación artificial, las mujeres nos pondrán a los hombres en el cuarto trastero de casa. Por lo que respecta a mi, tengo el sambenito de desastre, mientras que mi mujer se considera que es doña virtudes. Según ella yo lo hago todo mal, y mi mujer todo lo hace bien. Pero si se equivoca ella en algo hay que disculparla porque como todo ser humano tiene el derecho de cometer errores. En cambio a mi me echa una bronca descomunal. Y si le digo que también sea comprensiva conmigo, entonces me grita, o me planta cara con descaro. Al final ya no sé cómo tratarla, y me callo para no seguir discutiendo tontamente.

Cuando Rafael salió del gimnasio, poco antes de ir a cenar se adentró en una librería de las Ramblas de Barcelona porque se quería comprar una novela policiaca, y encima de una mesa reparó en un libro escrito por una autora que al parecer era feminista, que a su vez había sido muy amiga de otra escritora ya fallecida de la misma ideología política, la cual siempre ridiculizaba y dejaba en mal lugar al sexo masculino.

Rafael ojeó el libro de aquella autora con curiosidad aquel libro de la autora feminista y tampoco se quedaba corto en criticar a los hombres. Pues consideraba a éstos zafios, brutos, y sucios.

¿ Es que las mujeres no apreciaban al género masculino? Si realmente había libertad d expresión ¿dónde estaba el libro de la autora argentina que era médico y socióloga llamada Ester Vilar cuyo título era EL VARÓN DOMADO en el que defendía a los hombres y señalaba el chantaje emocional que hacían muchas mujeres a su compañero varón? ¿Qué sucedería si algún autor publicara un libro desacreditando a las féminas? ¿iría a la cárcel? Porque aquó la libertad de expresión es más una cuestión de adoctrinamiento feminista que se expande a los medios de comunicación que un contraste de pensamiento abierto.

Rafael se dijo a sí mismo que si habían hombres que subían en un altar imaginario a la mujer como a seres de otro mundo - cosa que las feministas no desean y tienen razón- era porque éstos no habían tenido suerte con el sexo llamado débil, y cuando dichos hombres encuentran a una fémina que se digna darles satisfacción erótica, le están eternamente agradecidos porque precisamente antes lo habían pasado muy mal; o simplemente les tenían miedo.

Asimismo Rafael pensó que si habían sujetos chulos, prepotentes y machistas que se pavoneaban ante las mujeres, que venían a ser una mala copia de los héroes de la Antigüedad los cuales eran hijos del dios patriarcal con barba y zapatillas, era porque a ellas les gustaba.

Por tanto el machismo era una cuestión cultural alimentado por la misma mujer; sólo que ellas luego proyectaban en el hombre esta nefasta y trasnochada cultura.

Y por otro lado, si tenía que haber tanta igualdad ¿por qué no se podía hablar también de los malos tratos psicológicos que hacen muchas mujeres a los hombres?

Para Rafael era evidente que hacía falta una educación más ética en la sociedad que implicara a los dos sexos, y dejar de lado los clichés políticos, porque si la relación entre hombre y mujer seguía con los mismos viejos tópicos de ahora no se resolvería nunca, sino que empeoraría a lo largo del tiempo.

 


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