Este es el día, después de veinte años de vida vivida, en que me doy cuenta de mi ansiedad. Tengo hambre, sed, desconcierto y decepción. Una mezcla muy peculiar.
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Pensaba que era paciente por tomar las cosas con calma, por siempre mostrarme optimista al futuro ( o vale verguista) pero pienso que todo pasó en mi zona de confort. La temida zona de confort. Tantas veces me habló mi padre sobre ella, y esas mismas lo ignoré por su notable mediocridad y falta de independencia. Pensaba que yo no estaba en una. Cuan engañado estuve, siempre estamos en una. Me doy cuenta de lo debil que soy, ahora, cuando tengo hambre, sed, desconcierto y decepción, encerrado en una habitación esperando a la mujer con la que voy a pasar la noche.
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