Campanillas de luz

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Cuando despertaba la sentía desperezarse en silencio casi con sigilo para que no la
notase ;Mientras yo me hacia el dormido y la dejaba creer que seguía soñando.

Se deslizaba entre las sabanas y sentada al borde de la cama ,me observaba y dejaba
entrever una leve sonrisa y esperaba a que la mirase , cuando las luces que dejaba
pasar la persiana destellaban en mis parpados como campanillas de luz despertando mis sentidos a un nuevo día .

Su lado aún estaba templado y con el gesto de su cuerpo en las sabanas, mientras me
inundaba su olor, ella seguía en mi almohada y se mezclaba conmigo respirando su aroma en toda la habitación.
Sabía que me gustaba, y solía ducharse con la puerta abierta dejándome entrever,
atreves de las cortinas como se enjabonaba y dejaba caer la espuma suavemente por su
espalda .Tenía el pelo rojizo como el fuego, que recogía con unas pinzas y dejaba caer
el agua sobre su blanca piel mientras recorría con las manos todo su cuerpo y me hacía soñar que otra vez era yo quien la acariciaba. Con leve gesto cogía una toalla y cubría su desnudez mientras se acercaba a la cama donde yo seguía hipnotizado de sus
encantos. Sacaba del pequeño armario un vestido de gasas que al ponérselo parecía
flotar y se acercaba hasta los cajones de la cómoda frente a la ventana y a través de las
luces del día difuminaba la penumbra de su desnudez , me sonreía con picarda
entreabriendo sus azules ojos y me susurraba:
-¿Te gusta lo que ves?.Y yo me derretía como un helado al sol .
-Sabes que sí.(Y me vencía ) se acercaba a mi oído y respiraba con deseo y contestaba :
-Pues eso tiene un precio . Dejaba caer un tirante del vestido deslizándolo muy despacio mientras daba unos golpecitos con sus dedos sobre su hombre para que yo pagase mi tributo ante su espectáculo y la comía a besos donde ella me ordenaba, primero el hombro, el cuello, su mentón y nos fundíamos en otro apasionado juego de amor y verdad. Ella fue, es y siempre será la hermosa María.

La conocí una tarde de Octubre a través buen amigo, y desde que me la presentó no deje de sonreír como un niño en el circo , ensimismado de sus encantos.
Hablabamos toda las noche sin parar, hacía que fuera fácil conversar con ella.
Desde la primera noche deseé tenerla a mi lado, viviendo con y para ella.
Quería cuidarla ,hacerle de comer , llevarla a estudiar , esperar su regreso , consolarla y abrazarla , ser más suyo que jamás lo fui de nadie.
Un día gris me habló de desamor, y como vino se fue dejándome vacío y seco, perdido sin ella, viviendo de su recuerdo, recordando que viví con ella. La hermosa María


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