Chocolate con leche 2

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- ¡Qué culo hermoso tienes! – exclamó Alejo – Mi pija blanca entre tus nalgas color chocolate es un espectáculo que es una lástima no puedas ver. – Seguidamente me propinó un par de cachetazos en cada nalga.

Apreté su pija con mi concha y estrujándosela con un movimiento más prolongado hacia adelante la saqué de mi cuerpo. Me di vuelta para enfrentarlo, me senté al borde de la cama y nuevamente me metí su miembro en mi boca, empapado como estaba ahora con mis propios jugos. Con una mano le acariciaba las bolas endurecidas y con la otra lo masturbaba. Sus manos descendieron a mis tetas y comenzó a masajeármelas mientras me frotaba los pezones con los pulgares. Dejé sus bolas y volví a estimularme el clítoris.

- Déjame beber tus jugos otra vez antes de cogerte de frente. – Me dijo. Se arrodilló entre mis piernas abiertas y su lengua comenzó a lamer mi cachucha de arriba abajo y también a meterse en ella.

-Penétrame, – le dije después de unos momentos – o voy a acabar en tu boca y no quiero hacerlo ahora. Quiero que me hagas acabar con tu verga dentro de mí. – No me respondió. Simplemente se paró, se pajeó un poco para afianzar su erección, mojó la cabeza de su miembro en mis jugos y me lo mandó adentro sin parar. Después me agarró las piernas y las colocó sobre sus hombros. Cada vaivén de su cuerpo me penetraba hasta golpearme el agujero anal con sus bolas. Cada vez lo hacía más rápido. El sonido del choque de nuestros cuerpos era excitante.

- Estoy disfrutando mucho – me dijo.

- Sigue, no te detengas por nada del mundo. – le respondí como podía, porque estaba a la puerta de un orgasmo. Yo misma estaba estrujando mis pezones con mis dedos. – Así, así, ahhh, ahhhh, ahhhhh – exclamé cuando no uno sino varios orgasmos sacudieron mi cuerpo sucesivamente. Su pistón seguía entrando y saliendo de mi vagina sin piedad. Finalmente me embistió con todo y se quedó allí, apoyado en mi concha, vertiendo su leche dentro de mí, simplemente murmurando un prolongado “Mmmmmm.”

- No salgas, acuéstate arriba de mí – le dije mientras lo traía con mis piernas alrededor de su cintura. No solamente hizo lo que le pedía sino que también me chupó y mordisqueó los pezones y me metió la lengua en mi boca. Le respondí con sincera pasión, premiándolo por una magnífica cogida.

Cuando finalmente me sacó la pija de la concha sentí como sus jugos y los míos mezclados descendían por mi trasero hasta caer en la cama.

- Vas a tener que limpiar las sábanas antes de que vuelva Beatriz. – le dije.

- Ya lo creo. No hemos tenido sexo en este cuarto en varios meses. Démonos una ducha rápida, – me propuso – no te puedes ir así, chorreando.

- Bien, pero nada de sexo bajo la lluvia esta vez y no me mojes el cabello así puedo irme pronto.

Veinte minutos más tarde abandoné la casa de Alejo y Beatriz y me dirigí a un Starbucks que estaba a mitad de camino entre la casa de ellos y la nuestra. Entré, paseé y mi mirada por el lugar y vi una mano que para llamar mi atención se agitaba  desde una mesa en el fondo. Llegué a la mesa, le di un beso en la mejilla y me senté. Beatriz me preguntó:

- Y, ¿cómo te fue con mi marido? ¿Cogiste?

- Eres tremenda. – le dije – Sí, cogimos y muy bien. Dale tiempo a que lave las sábanas del cuarto de huéspedes, ¿eh? Y a ti, ¿cómo te fue con el mío?

- Le hubieras visto la cara cuando le dije que quería coger con un negro y lo había seleccionado a él para tener esa experiencia. ¡No salimos del living de tan caliente que se puso!

- Cuéntame que hicieron. – le rogué.

- Sin entrar en detalles, Mario y yo tomamos turnos para chuparnos y lamernos el sexo. Luego le pedí que se acostara en el sillón y lo monté guiando su verga dentro de mí. Después de que nos divertimos en esa posición me puse de rodillas a su lado y le di otra buena chupada. Él me dio una buena a mí también. Después me puse en posición perrito sobre la alfombra y me la metió por atrás. Ya estábamos tan calientes que tuvimos orgasmos en esa posición.

- ¿Hizo algún comentario gracioso?

- Sí, cuando me estaba cogiendo desde atrás dijo que su verga negra se veía muy bien entre los cachetes de mi culo blanco.

Las dos rieron cuando Mabel repitió lo que Alejo había dicho de su verga y el culo de Mabel. Luego Mabel ilustró a Beatriz sobre lo acontecido en su propia casa.

- ¿Y qué opinas de sus penes? – preguntó Beatriz una vez que Mabel había concluido.

- Son similares en tamaño y grosor y ambos saben utilizarlos. Tu marido me cogió muy bien. – respondió Mabel.

- Yo también tuve una buena sesión con Mario. Creo que podríamos repetir la experiencia al menos una vez más, ¿no te parece?

- Creo que estaría excelente, pero…

- Pero ¿qué? –preguntó Beatriz.

- Mario tiene un viaje de negocios este fin de semana. – dijo Mabel poniendo una mano sobre la mano de Beatriz que estaba sobre la mesa. Me preguntaba si te gustaría venir a pasar un rato conmigo. Hablando con sinceridad, nunca he hecho el amor con una mujer y encuentro que tú y tu cuerpo son los indicados para tener esa experiencia. Espero que mi proposición no te ofenda.

Beatriz se quedó callada por unos segundos mirando a su amiga a los ojos. Ésta notó que no había retirado su mano del contacto con la suya.

- Amiga mía – dijo Beatriz - ¿qué tal el sábado a eso de las cinco de la tarde?

Las risas de las dos provocaron miradas desde las otras mesas.


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