El milagro genético - parte 2

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Los científicos tenían claro que se trataba de un ser superior en casi todos los aspectos, este hecho conllevaba en sí un temor, sólo era cuestión de tiempo que la corporación militar regida por el Comisariado se interesara en Milo, viendo en él un gran potencial para sus propósitos. Este temor se hizo realidad una mañana de marzo, del año 2063.

La pantalla holográfica se iluminó. En ella apareció el inocente rostro de Sara, asistente personal de Ted.

–Señor, el Comisario General quiere verle, ¿le dejo pasar? – La voz sonaba robótica a través de la imagen holográfica.
–Que pase, estoy deseando verle – Tanto el mismo Ted como Sara sabían que esto era falso.

Los pensamientos de Ted con respecto a Milo eran de preocupación, en los últimos meses habían descubierto un patrón en su ADN inestable, al principio sólo afectaba a su personalidad, manifestando reacciones violentas ante ciertos estímulos, estas reacciones se habían vuelto más habituales en las últimas semanas. Pero lo realmente preocupante eran los cambios físicos que estaba empezando a experimentar, unas mutaciones que no sabían cómo explicar, y que no tenían ni idea de como evolucionarían. Sólo tenían una cosa clara, Milo estaba mutando, y muy rápidamente.

–Como ha cambiado esto desde la última vez que vine – Marc Larkin, comisario general, entró en la sala con aires de superioridad, resaltado a su vez por su flamante uniforme lleno de condecoraciones que destelleaban reflejos de luz.
–Comisario General, ¿ha qué debo el placer de tal visita? – Ted forzó una sonrisa afable.
–Lo sabes perfectamente, ese chico tiene unas aptitudes impresionantes, nos sería de gran valor al Comisariado, especialmente en el campo militar.
–Milo sólo pertenece a la ACI (Asociación Científica Internacional) no permitiremos que el Comisariado se lo lleve, vuestros intereses no nos gustan y vuestros métodos tampoco, mi respuesta es no. – Ted consiguió aguantar la mirada al veterano comisario.
–Pronto el Comisariado se hará con el control de la ACI, te estoy ofreciendo el camino fácil Ted, te doy dos meses para aceptar, no tienes elección, ya lo habéis tenido por muchos años para estudiarlo y ahora es nuestro turno –La mirada maliciosa de Marc demostraba que hablaba en serio.
–No tenéis derecho…
–Lo tendremos– Apuntó Marc– este año la ACI nos pertenecerá, sólo esperamos que tú y tu grupo os portéis bien – Y con esto último, Marc Larkin abandonó la sala.

–¿Pero quién se creen que son? ¡No pueden llevárselo! – Isaac, se sentía como todos en aquel momento, indignado.
–No podemos permitir que se lo lleven, debemos hacer algo – Dijo Lisa
–¿Y qué proponéis? El Comisariado es la institución más poderosa que existe, nada se le puede resistir – La voz de Ted reflejaba frustración.
–Pero ahora Milo está cambiando a una velocidad increíble, tenemos que registrar cada uno de estos cambios, no podemos dejarlo marchar ahora.
–Ya lo sé Susan, ya lo s酖 Ted se sumió en sus pensamientos.
–Debemos avisar a Milo de esto, no sé cómo se lo tomará – Dijo Isaac.
–Pues mal, ¿cómo se lo va a tomar? Esos cabrones del Comisariado…– Javier resopló–que se vallan al infierno – Concluyó.
Yo hablaré con él, debo ser yo – Ted era la persona en la que Milo más confiaba, a lo largo de los años le había cogido cariño al mestizo, era un sentimiento mutuo.

–No quiero irme con ellos padre – Milo apretó los dientes.
–Yo tampoco quiero que te vayas, pero no podemos hacer nada… lo siento Milo.

El aspecto de Milo había cambiado mucho los últimos meses, inexplicablemente había crecido hasta conseguir la altura de un humano corriente, también se le desarrollaron los músculos, siendo éstos mucho más fibrosos que antes. Pero no fueron los únicos cambios, su piel, además de ser más áspera que antes, ahora adoptaba un color grisáceo. Sus ojos, antes claros, ahora eran oscuros, y sus dientes, presentaban un aspecto más salvaje, se habían afilado.

El empujón derribó a Ted estampándolo contra la pared, la furia se apoderó de Milo a la misma velocidad que el miedo se hizo presa de Ted.
–Tanquilízate Milo, ¡Tranquilo! – Gritó Ted desde el suelo.
La respiración acelerada del híbrido se fue diluyendo poco a poco, pero su feroz mirada seguía intacta.
–No quiero irme… no, no…
–Tranquilo… haré lo que pueda, te lo prometo.
–Por favor padre no me dejes ir – Milo bajó la mirada.
–No lo haré – Dijo Ted, sin ser consciente de las implicaciones que esas palabras tendrían.

Esa noche Ted no pegó ojo, pensó mil maneras para mantener a Milo a su lado. Pero sólo parecía haber una posibilidad. Después de meditarlo hasta la saciedad… lo decidió. No permitiría que el Comisariado se lo llevase, al día siguiente trazaría su plan con su equipo, y con Milo.

–Me lo llevaré al área 12 de China para que el Comisariado no lo encuentre, allí tengo un par de colegas que me ayudarán a esconderme. Vosotros tendréis que mostraros sorprendidos ante el Comisariado, que no se enteren de que me habéis ayudado. Ya sé que os pido mucho, pero… – Antes de que Ted pudiera terminar su frase, Javier habló.
 –Te ayudaremos en lo que nos pidas jefe. Te debemos mucho, y haremos cualquier cosa para impedir que se lo lleven. – El resto del equipo secundó sus palabras al unísono.
–Gracias chicos… estoy orgulloso de vosotros – Las lágrimas empezaron asomarse por el rostro de Ted – Tantos años juntos.. gracias. – El equipo de científicos más famoso del mundo se fundió en un emotivo abrazo.
–¿Cuando partiréis? El Comisariado no tiene poder en China pero no os convendría perder tiempo  – Dijo Lisa con rosto serio.
–Y no lo perderemos, partiremos mañana mismo. Tan sólo falta concretar un par de detalles, cuento con vosotros para el resto.
–¿Mañana? ¿no es muy precipitado? – Preguntó Susan.
–Toda precaución es poca cuando se trata del Comisariado – Respondió Isaac.
–Exacto. Intentaré mandaros las últimas novedades de Milo, pero lo haré con nombres falsos. Para que podáis identificar los mensajes colocaré palabras clave, el código de seguridad será el de siempre.


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