Cerrados entre cortinas blancas me vuelvo seductor, le digo lo hermosa que es y lo que va a gritar. Se vuelve avispa al oírlo, sube el culito a modo de preparar el aguijón, pero ya la tengo sujeta y le doy un morreo que le baja la tensión. Le hago la prueba del culito y como suponía da un respingo, después la masajeo toda, le pongo en humedad constante. Le bajo las braguitas y la llevo un poquito más alto de lo que pensaba. Ya ronronea como una gata caliente y aún no sabe nada de mí. Le digo que vaya a mear porque lo va a poner todo perdido si no, pone ojos de sacar el aguijón y la morreo de nuevo, esta vez el hombrón se hace notar, es infalible. Se pone las braguitas y sale, sé que volverá pronto. La hago salir, además, para que mis amigos la disfruten con media calentura en el cuerpo. Como predije vuelve rápido, viene acalorada, ya está imaginando lo que le puede llegar, pero ni se imagina. La morreo en serio mientras le quito las cuatro prendas, está buenísima, debo reconocerlo. Empiezo por arriba y termino lamiéndole los pies, tiembla como una caña de bambú azotada por el viento. Todavía no sabe lo que guardo para ella. Abro sus muslos y le meto dos dedos en el coño, lo tiene que babea de gusto. La masturbo en circular cogiéndole el piñoncito y suelta su primer gemido, se resistía la picarona, no sabe lo que le espera. Sigo con ardor y suelta su primer disparo, le había advertido lo del pipí pero algo le quedaba, ha soltado un chorrito limpio de cava y limón. Gime de placer ya con más soltura, se va haciendo a la idea. La morreo con sabor a su coño y le gusta. Hago las presentaciones - Aquí un amigo, el hombrón sale de los slips con un desarrollo adulto y saluda marcando músculo, porque ahora sí debe. Está guapo el jodido, además es muy resultón. La invito y accede a saborear su linda cabeza, la cosa apunta maneras. La engulle como si padeciera hombruna, pero la sabe paladear bien, su lengüecita además es hábil en giros imposibles. Antes de que empiece yo con mis propios ronroneos baja y me lame las bolas como si estuvieran untadas de miel. Luego, sube y baja, se recrea arriba y me manosea abajo, la cosa ya no apunta maneras está sembrada la tía. La pongo en posición de perra y meto la cuarta ya de primera, pega un uuuuuuuuuh, que ha debido oírse en Gibraltar. Acelero y pongo los pistones a tope y hay un alarde de gemidos, le salen del vientre como si fuera ventrílocua. Me paro, para darle un respiro, ahora siento como si tuviera ella una serpiente constrictora abajo, - Sigue…, me dice, ni siquiera añade por favor. Empiezo un mete y saca frenético que la lleva a la locura, está como en trance y hace aullidos de perra loba. Cuando cree que ha llegado a su fin, le como de nuevo el coño, le pongo la hélice en su bastón en sentido rotatorio completo y me sorprende con gemidos nuevos, ahora me llama - Hijo de puta, pero no para ofender, es como si ya se sintiera en el mismo infierno. Ahora es un diablo, se levanta y me come entero. Después se la clava en la boca como una estocada, creo que le voy a llegar al esófago. Cuando me la pone gigante se pone a cuatro patas, entiende que le toca su ración de culo. Lo ha debido esperar desde el principio porque se le abre goloso y glotón. No la hago esperar, el hombrón ya sabe cómo comportarse. Le puedes llamar gladiador o rompe culos, pero es efectivo al cien por cien y sino oye sus alaridos de gozo y dolor. El hombrón no sabe parar es incansable, será ella la que tire la toalla, me digo convencido. Pero, no lo hace, sólo sabe gritar de placer y dolor, creo que tampoco sabe decir basta. Al final aúllo yo también y la lleno de concentrado propio. Me tiemblan las piernas como la primera vez, ella se hace a un lado y me deja disfrutar de su hamaca.
Ya anochecido, nos despierta el frio y mi amigo Jacinto que cree que nos ha pasado algo. Le digo que nos traiga algo de abrigo y envuelto en no sé qué nos quedamos de nuevo los dos dormidos.
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