Me encantas más que el chocolate

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Este relato surgió de un juego entre una amiga y yo, donde cada uno escribía una frase y el otro la completaba con otra. Al final se convirtió en un hermoso cuento que nos gustó y queremos compartirlos con ustedes. De Anabella y Yordano

Me encantas más que el chocolate

Era una de esas caminatas que él acostumbraba a dar todas las tardes. La monotonía envolvía aquella calle, pero algo no estaba bien. De momento ve una persona muy rara, iba completamente desnuda y todos la miraban. Inmediatamente sin pensarlo se quitó el pullover, pero de nada sirvió, asi que decidió quitarse el pantalón y tratar de ayudarla. Con un poco de trabajo logró que aquella obesa mujer tapara sus partes privadas y suspiró de alivio. En ese momento se percató de algo, estaba completamente desnudo, pero como se sabe tan bueno no le importó. Creo que se había contagiado de la manera desinteresada en la que esa obesa persona mostraba todos sus atributos y se percató de que no estaba loca sino libre de prejuicios. Mientras seguía caminado le dio un poco de hambre y decidió ir a un restaurante que había cerca. Cuando entró para su sorpresa todos estaban desnudos también. Se sentó en una mesa y decidió hacer su pedido. Cogió la carta y abrió para ver qué ofertaban. Al ver los extraños nombres de los platos: flor de loto, sexo en una silla, etc., pensó que había cogido el libro equivocado y le preguntó al camarero, el cual contesta señalando un letrero con luces rojo vino que decía, Kamasutra. Que sorpresa, tuvo que darse varios pellizcos y beber un poco de agua, era el restaurante de sus sueños, lo mejor de todo era que a las 10 pm había hora feliz, donde había que escoger un plato de la carta y elegir un acompañante para pasar toda una noche de pasión en la suite de arriba. Miró para todos los lados sin saber a quién elegir, ninguna llamaba su atención. Sorprendentemente acababa de entrar por la puerta una hermosa chica. Tenía lunares hermosos, una boca y cachetes como para comérselos. Rápido se levantó y le preguntó su nombre, ella lo miro con gesto desinteresado y siguió camino a su mesa. Creo que fue un impulso el haber ido hasta ella y más con esa escasez de tela que tenía, aunque pareciera algo normal en ese lugar, así que decidió sentarse en la mesa del frente y mirándola fijo comenzó lo que llamarían su primera eterna conversación. Después de un rato de miradas intensas, por fin llegaba el esperado momento de la hora feliz y se disponía a elegir una acompañante. Ya a la chica de al frente varios habían hecho el intento y fallado en su cacería. En ese momento estaba hablando con otro galán que no fue la excepción, también fue desechado por aquella encantadora muchacha. Todos se preguntaban que era lo que estaba buscando, ya nadie se atrevía a acercarse por temor al rechazo. Así que pensó este es mi momento, tenía que ser lo más original posible sino se iba a pasar toda la noche solo. Fue en busca de una llave y se habló susurrando, o ella o ninguna. Se fue acercando lentamente hacia ella que lo miraba con esos ojos que lo cautivaban, creo que en ese momento más bien lo excitaban. Llegando a su mesa lo miraba con la misma mirada que a los otros chicos y dispuesta a escuchar su labia. Se acerca a ella rozando rodillas con rodillas y la carga en sus brazos. La cara de la chica cambio por completo y se sonrojó, a lo que él le responde con una pequeña mordida en uno de esos deliciosos cachetes. Ella le dice. ¿Dónde has estado todo este tiempo? No lo podía creer, él era el indicado para ella. Rápidamente subieron a la habitación número 69(pura casualidad) que por cierto tenía jacuzzi. Sin pensarlo dos veces la primera parte ya estaba cumplida y dada la poca o ninguna ropa que llevaban comenzaron con un desenfreno total de besos. Sin darse cuenta ya estaban metidos en el jacuzzi con agua caliente, para calentarse más de lo que estaban. De momento la muchacha paró y su cara se volvió un poema. Rápidamente le preguntó a él. ¿Porque yo? Él se acercó a su oído y dijo algo que hizo que su piel se erizara sus palabras fueron.. “porque tú me encantas más que el chocolate”. La cogió de la mano y la llevo a la cama, la situación ha cambiado por completo el deseo frenético que tenían se concentró y se convierte en pura pasión. La muchacha decidió llevar ella el mando. Las palabras que hacía segundos había escuchado habían encendido un interruptor desconocido incluso para ella. Comenzó a besarlo como si fuera la última vez. Sus manos lo acariciaban y a él le encantaba la forma en que lo tocaba, la chica tenía talento. Hasta que él decide tomar su papel dominante y comienza a devorar cada parte de su cuerpo. Atrapó su cuello y se tomó tiempo besando cada milímetro de su piel. Luego trazando el mismo recorrido bajo a sus pechos, hermosos senos, con lo que le gustaban, el banquete estaba servido, era la hora de disfrutarlo. Comienza a besarlos y morderlo suavemente, pero sin todavía tocar la cereza del pastel. Era puro fuego todo él y eso a ella le encantaba. Nadie la había besado nunca de esa forma. De pronto decidieron hacer honor al número de su llave, él un poco tímido al principio, pero al ver toda la vista que tenía decidió probar suerte y adentrarse a lo que sería su mayor vicio. Por un instante recordó las cerezas que había dejado atrás y rápidamente sin que ella lo imaginara, le muerde cada pezón con total delicadeza y disfruta de su festín. Sin demorar se incorpora a la hermosa vista que tenía anteriormente. Primeramente, empezó con su lengua rozando los bordes de aquella bella flor con rocío, hasta que decidió quitarle todo su rocío. Realmente se convirtió en un vicio, no quería detenerse, su rostro era comprimido por los muslos de la chica en cada oleada de excitación que a ella le llegaba. Ella no podía más, necesitaba descargar todas esas ganas que hacía tiempo tenía acumuladas. Él se percató de tanto deseo y por un momento dejó la flor y se dejó llevar mientras ella le daba un beso que nunca olvidaría y no precisamente en sus labios.


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