Doscientas millas en un jet ski
Por Hector I. Vinsh
Enviado el 08/01/2019, clasificado en Poesía
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A doscientas millas en un jet ski, rebotando entre las olas, sus tetas rebotan tanto que me duele la espalda. Justo bajo el sol le digo: Si quieres te lo meto aquí. Y así es, se monta encima de mí y volvemos a doscientas millas, a rebotar entre las olas, disfrutando del placer, bajo el caliente sol.
El agua corre por mi cara, veo el horizonte entre dos grandes, y hermosas, perlas femeninas. El día es trigueño, calmado, casi como si no viera el camino. Y entonces, siento un impulso, un choque, como si hubiese llegado, pero no, choco contra la costa. Demonios cariño, tus tetas no me dejaban ver el camino. Le doy la vuelta al jet ski y parto hacia mar abierto, esta vez ella se recuesta y puedo ver el mar, azul y brillante. Nos venimos, al mar abierto, luego de venir, en el jet ski, y antes de llegar, nos vinimos.
El sol está arriba, tan caliente como puede llegar a ser, calentando nuestros cuerpos y el jet ski. Imposible ir sentados, le digo, te vas a quemar el trasero. A lo lejos, en el horizonte, se acerca otro jet ski, a menos de doscientas millas, según mis cálculos. Una diosa lo maneja, el rubio hasta las nalgas y la piel dorada. Esa está más caliente que el sol, o yo empiezo a calentarme más. Sube mamacita, le dice a mi mujer. Consíguete la tuya, le digo gritando. Pero ella es falsa, yo lo sé. Se monta en el jet ski con la diosa dorada y se van por el mar, espero que se estrellen a doscientas millas antes de llegar.
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