¿HAS VISTO A SUSI?

Escucho un fuerte estruendo, me asusto, siento que algo ha caído sobre mí.

Lucho por abrir los ojos, algo líquido escurre por mi frente mientras intento reconocer el tacto de algo extraño entre mis manos.

No hay luz, todo es como una niebla espesa que confunde y distorsiona siluetas en figuras de miedo.

El miedo es el motor y la perseverancia la gasolina que me impulsa buscar refugio entre el nada, poniendo a prueba todos mis sentidos.

Escucho gritos, llantos y ninguna voz conocida, dónde estarán las monjas? Me pregunto.

Siento sobre mi cabeza unas manos cálidas, que con un timbre de voz preocupada, me pregunta:

- Niña, estás bien?

Le digo que sí, que estoy buscando a Susi.

Me dice la mujer:

- Te ayudaré a encontrarla.

La cojo de la mano, en este momento me siento segura, pero no puedo dejar de preocuparme por Susi, mi única familia.

La mujer busca un sitio seguro y me dice que me quede ahí, que luego vendrá a buscarme.

La hago caso durante un rato pero debo seguir mi camino, mi instinto de sobrevivencia es más fuerte que la obediencia.

Miro hacia arriba y no puedo ver dónde están las estrellas, se han escondido para no ser testigo de tanta destrucción y dolor ¿Donde estará la luna?

Sigo caminando, miro hacia atrás y solo siento un inmenso vacío entre la ausencia de miedo o fracaso, cuando mis ojos avistan a Susi, enganchada en un trozo de escombro, la libero tapándole los ojos con un trozo de mi vestido.

No quiero que mi muñeca vea nada.

Es una princesa y sus ojos sólo verán cosas bonitas.