Miedos que consumen

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“Y heme aquí nuevamente descargando la impotencia de mis torpes actos en escritos baratos y sin significado alguno. Buscando alivio a esta tormenta que solo yo he provocado con mis temores sin sentido, y con la falsedad de creerme ser completamente despreocupada…”

Con estas pocas líneas trataba ella de mitigar el sin sabor que le dejó la despedida de su amado la noche anterior. Ella sabía el error que cometía cuando lo dejó salir por la puerta del coche, luego de una tormentosa discusión sobre el rumbo que tomaría sus vidas.

- ¡Rayos! Que estúpida soy… Que no puedo simplemente amarlo sin miedos -se decía a si misma mientras daba otra calada al cigarrillo que tenía entre manos, en tanto ahogaba las penas en las líneas de su cuaderno.

Ellos solían ser amantes candentes. Él, un romántico empedernido y ella una muñeca sin gracia, pero que lo amaba con cada parte de su ser; aun con lo poco que tuviera para dar. Era un amor de esos que te detenías a ver cuándo iban por las calles haciendo locuras y riendo a carcajadas. Sus miradas de complicidad hacían que hasta aquellos que no los conocían sintieran deseos de tener un amor como aquel.

Era difícil no mencionar el nombre de uno sin pensar en el otro.

-Suzanne y Cohen… Cohen y Suzanne… -susurraba ella mientras seguía pensando en esa larga excusa que trataba de escribirle, mientras continuaba torturándose con la culpa de no ser lo suficientemente valiente como para darle todo sin temores.

Él era tan amable y encantador, la forma en que la miraba y sonreía hacía que ella bajara la guardia y se relajara a su lado; aun cuando su mente se repetía mil veces que tuviera cuidado de engancharse hasta el fondo, porque su ser se perdería. Si Cohen faltase ella no sería más que un saco de piel y huesos andante, vacío. Tenía que dejar de tener miedo, porque su miedo más grande era no pasar la vida junto al hombre que le regresó el sentido a sus días oscuros poblados de demonios de remordimiento.

Ella lo amaba con locura, con la poca cordura que tenía, y le mataba no haber sido lo suficientemente valiente como para detenerlo cuando salía del coche. Lo amaba, pero el miedo a terminar de bajar sus paredes, a ser completamente vulnerable, a que se diera cuenta de que ella no era tan fuerte como parecía; muchas veces podía mas que el amor que le tenía. Y de que vale amar a alguien si no sabes como mostrárselo. ¿De qué vale?


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