COMO ALUD CAPRICHOSO
Atrévete a soñar.
Negando al tiempo un íntimo hospedaje,
donde las calles se hunden en los bosques,
en los redondos brazos del último beso,
del drama de las primeras nubes,
del olvido del agua dormida.
¡Es urgente!. El mísero polvo es oruga lenta.
Piensa en lo que podría ser…
Inoportuno, inquietante, inservible, insípido,
detestable, diestro, digerido, dilatado, dúctil.
De un modo liviano, sutil, deshonesto,
de llevar la tierra entre las risas del ayer,
y al mar escondido en las pestañas,
en las llanuras voluptuosas,
y los cristales de la sombra.
Siente el fúnebre duelo de los relojes,
el alegre canto del espejo limpio,
la muerte de la ingrata suerte,
el brillo donde el silencio aflora,
en la promesa de la espiga,
en el fruto de la muerte digna.
¡Mírate!. No te crispes: sé tierno, sé propicio.
La pluma abruma el vuelo del pescado
hacia el alba de un tiempo árido,
en el perfume deshojado del viento,
del primer fuego inclemente,
que espera que alguien lo habite,
clavando los silencios al olvido.
¡Deja al cielo ser azul!. Mandar, influir,
inducir, complicar, jugar, interceder,
amedrentar, animar, provocar, desafiar,
y en todo ello, sepultar el horizonte,
en la noche pura, y en el sueño vacuo.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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