En todo el mundo las fuerzas del orden han logrado forjar una triste fama: su sentido de la demora a la hora de socorrer a las víctimas de delitos. El cine suele parodiar este rasgo de la inoportunidad policial en cientos de filmes. Sin embargo, Camilo Sánchez Sola, el oficial de policía de una pequeña localidad pampeana, parece contradecir aquella reputación.
El inusual agente es admirado entre sus pares por una condición singular: la de acudir al sitio correcto antes de que se produzca un delito. Este instintivo don le ha valido más de un reconocimiento en su comunidad, pero también más de un trastorno: quienes lo conocen le rehúyen ante el peligro de que en el sitio en donde aparece se produzca un episodio criminal.
Tanto es así que, con los años, los lugareños fueron desvirtuando su inigualable condición y comenzaron a tildarlo de mufa. En el pueblo lo veneran tanto como le escapan. Vive solo en las afueras de la aldea. Ya ni hace las compras porque los comerciantes le temen a su desdorosa presencia.
A la hora de condecorarlo, el salón de actos de la policía local suele permanecer vacío.
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