LA PROFESORA (I)

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Patricia abrió la puerta y se sorprendió ante lo que vio. Esperaba a un niñato de instituto; un adolescente flacucho e imberbe. Pero, en lugar de aquello, se encontró con un joven de 18 años –un alumno repetidor, seguramente –, un chico alto, fornido, de cabellos muy negros y piel blanca, pero morena. En esos momentos vestía unos vaqueros y una camiseta blanca sin mangas que dejaba al aire sus musculosos brazos y dibujaba su endurecido torso. Ella, que ya estaba bastante caliente a causa del calor veraniego, no pudo evitar morderse el labio inferior excitada al verlo.

El chico también se sorprendió al ver a aquella preciosidad que le había abierto la puerta. Una joven de 24 años de largos cabellos castaños, piel color marfil y un cuerpo escultural y voluptuoso que en esos momentos llevaba embutido en un ajustado top blanco y unos pantalones cortos de color rosa que dejaban al aire sus impresionantes piernas. El sudoroso joven la miró de arriba a abajo boquiabierto sin a penas disimular.

– Tu debes ser David –dijo Patricia con una cálida sonrisa –, el alumno nuevo.

El joven, aún absorto en el atractivo de la chica, asintió con la cabeza.

– Adelante, pasa –continuó ella haciéndose a un lado para dejar que entrara en el apartamento.

Una vez dentro, lo llevó hasta la sala de estar, invitándole a que se sentara en el sofá, frente a una pequeña mesa de cristal donde dejó su mochila. Ella se sentó a su lado, cruzando sus explosivas piernas, y lo miró con una maliciosa sonrisa.

– Bien –empezó a decir con una voz perversa –. Así que eres un mal estudiante que ha acabado con la paciencia de otras profesoras particulares...

– Si –respondió el joven; mientras hablaba, echaba furtivas miradas a las piernas y el escote de la chica –. Le seré sincero. Yo creo que estudiar es una pérdida de tiempo, pero mis padres quieren que, al menos, termine el instituto y me obligan a malgastar parte del verano con estas clases particulares. Así que, si podemos empezar ya para que se acabe la hora cuanto antes...

Se dispuso a abrir la mochila para sacar los libros de texto, pero Patricia lo detuvo cogiéndole suavemente por la muñeca.

– ¿Es que no te agrada mi compañía...? –preguntó en plan provocadora.

– Por supuesto que si, pero si fuera para otra cosa que no fuera estudiar...

– Pues yo pienso que estudiar no es una pérdida de tiempo; lo que pasa es que no han sabido motivarte bien. Yo tengo un sistema especial para chicos como tu.

– ¿Que sistema...? –preguntó el chico cada vez mas nervioso y excitado.

Ella, con una sonrisa cada vez mas perversa, se acercó mas a él hasta el punto de que casi le susurra al oído.

– Te diré lo que vamos a hacer. Cada semana vendrás con una lección aprendida, da igual el tema o la asignatura, eso lo dejo a tu elección. El caso es que, si me demuestras que te la sabes, te daré una recompensa...

El joven, cada vez mas excitado, arqueó las cejas al mismo tiempo que en su entrepierna un bulto empezaba a crecer y a luchar por salir del pantalón.

– ¿Que... Que clase de recompensa...? –preguntó con voz temblorosa, aunque ya se imaginaba la respuesta.

Patricia no se fue por las ramas. Se abalanzó sobre el joven abrazándose a él y besándole apasionadamente en los labios. Él, totalmente perplejo, estuvo unos segundos inmóvil pero, rápidamente, reaccionó y rodeó a la chica con sus fuertes brazos atrayéndola mas hacia él.

Mientras se daban un largo y apasionado beso con lengua, las fuertes manos de él acariciaban el cuerpo de la chica, prestando especial atención a sus piernas y sus enormes tetas, las cuales toqueteaba por encima y debajo del top. Ella, mientras, alargó una de sus manos y bajó la cremallera del pantalón del joven, introduciéndola después por el hueco. El joven sintió como la suave mano de ella agarraba suavemente su endurecido miembro y empezaba a masajeárselo.

Poco después, el joven estaba sentado en el sofá mientras ella se encontraba frente a él mirándole ardientemente.

Tras hacerle un pequeño baile exótico, lenta y sensualmente se quitó el top y sus dos enormes senos saltaron ante los ojos del joven, quién solo había visto unos pechos como esos en revistas y películas porno. Después, se quitó los pantalones cortos, quedándose solo con unas sexys braguitas, también de color rosa; aunque un rosa mas claro que el del pantalón.

Vestida solo con las bragas, Patricia hizo de nuevo el baile exótico, poniendo al joven mas cachondo aún de lo que estaba. Acto seguido se inclinó sobre él y dejó que jugara un rato con sus tetas antes de arrodillarse frente a él, bajarle los pantalones y los calzoncillos hasta la altura de los tobillos, agarrar su cada vez mas dura y caliente verga e introducírsela entera en la boca mientras él se recostaba en el respaldo del sofá con las brazos en cruz y con la mirada fija en el techo, disfritando de aquel agradable momento.

Mas tarde era Patricia quién se encontraba en el sofá tumbada boca arriba con las piernas muy abiertas mientras el joven, arrodillado en el sofá frente a ella, completamente desnudo, le quitó las braguitas rosas y metió su cabeza entre las piernas de la chica, quién cerró los ojos y soltó un fuerte gemido de placer al sentir la lengua del chico dentro de ella al tiempo que sus firmes dedos masajeaban sus muslos.

Así estuvieron un buen rato hasta que ella hizo que se tumbara boca arriba en el sofá y ella se sentó sobre él empezando a cabalgarle. Así estuvieron un buen rato hasta que el fuerte joven la levantó en el aire y, sin dejar de penetrarla, la tumbó boca arriba en el sofá y él se colocaba encima para penetrarla con mas fuerza.

Así estuvieron probando distintas posturas durante largo tiempo hasta que Patricia se dio cuenta de que el joven estaba llegando al final. Por ello, rápidamente le hizo ponerse en píe mientras ella se arrodillaba frente a él colocando su rostro justo enfrente de la verga, la cual estalló dejándole la cara completamente perdida......................................................................................................continuará


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