Vendida su santa orden por el Vaticano,
el pobrecito de Asis queda solo y ciego.
Se va a una lejana gruta a llorar sus pecados,
cuales, preguntamos, si es del todo semejante a Jesus.
Pero el no come mas nada, solo hojas y agua.
Santa Clara, enterada, le lleva por alimento
la eucaristia,
Pero su cuerpo esta llagado de atroces estigmas.
Clara lo desnuda y lo cura, con paños y caricias.
Una madrugada sin saber bien como, le besa.
Y se despierta la dormida humanidad terrenal de Francisco.
Saca los gruesos ropajes de Clara,
besa sus pechos enchidos de mistica leche.
Con su lengua recorre la castidad del cuerpo de su Cuerpo,
su esfinter, clitoris y bocas santas.
La posee y cree ver o ve abierto el libro del universo.
Un orgasmo infinito lo embarga,
cuya debilitada salud no resiste ya,
y muere en brazos de su Santisimo Amor,
que del amor divino procede.
San Francisco, el mayor santo
de la Edad Media.
Loco del amor de Dios y de Clara,
su novia de juventud...
Quien sea capaz de creer, que crea.
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