LAS AVENTURAS DE HUGO

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Distraído como siempre y volando con la imaginación, Hugo miraba las nubes como si no existiese otra cosa mas importante a su alrededor y como si solamente existiera él y sus pensamientos.

 

Imaginaba personajes con cada nube que pasaba e incluso creaba historias asombrosas y maravillosas que solo él era capaz de entender.

 

¡Que placentero era estar así! dando rienda suelta a su infatigable mente, sin tener que estar pendiente de nada y sobre todo lejos de los regaños o quehaceres que tanto le aburrían tener que realizar.

 

Pero como nada es eterno, en menos de lo que canta el gallo, fue desterrado de su mundo fantástico al escuchar la voz de su mamá que como de costumbre le gritaba:

-        ¡Hugo! ¿Dónde estas metido muchacho é zipote?

-         De seguro fantaseando como siempre.

 

Mientras tanto, Hugo fue bajado de un tirón del mundo imaginario que había creado.

Inmediatamente salio en una carrera hasta donde se encontraba su mamá, que probablemente lo buscaba para hacer algún mandado.

 

Hugo era un niño con mil y una aventura, pero también con mil y un problemas a consecuencia de sus distracciones y despistes que a diario lo agobiaban sin entender porque.

 

En la escuela era el más nombrado, todos los maestro tenían referencias de sus travesuras y de su bajo rendimiento escolar; pues aunque tenia un increíble capacidad creadora no lograba poner en orden sus ideas para demostrar que si sabia la clase, ni priorizar sus conocimientos a la hora de presentar un examen y los entregaba en blanco. Todo lo que ocurría en el salón tenia por protagonista a Hugo, pues además siempre esta en movimiento y la maestra no logra que permanezca mucho tiempo sentado en su pupitre.

 

En ocasiones se cansaba hasta la saciedad de defender su postura en cuanto algún inconveniente, negando que lo hubiera hecho pero nadie le creía, era catalogado como un desastre ambulante.

 

Mientras su mamá lo miraba con ojos compasivos, escuchando los argumentos de la maestra y sin saber que decir por temor a ser mal juzgada, pero en el fondo de su corazón ella lo comprendía.

 

Hugo era un motor en constante marcha, nunca paraba, le gustaba el cine, las comiquitas, la computadora, correr, hablar como un loro, desvelarse entre otras actividades.

Odiaba leer, para el era una especie de tortura, aunque leía poco, trataba de hacer un esfuerzo para complacer a su mamá.

 

Le costaba humanamente retener lo aprendido, o leer por tiempo sostenido, todo lo que para el significara un esfuerzo mental le aburría, le fastidiaba.

 

¡Ah! Pero no todo era malo pues Hugo también era un niño muy tierno y bondadoso, colaborador y con un corazón grande lleno de amor y empatía hacia los demás, por eso le afectaba mucho cualquier mal comentario hacia su persona.

 

Con todo se entretenía, con todo tenia que ver, todo lo desarmaba y lo volvía armar y quedaban tan perfecto que siempre le sobraban piezas mientras su mamá pensaba que lo había destruido, el contestaba:

-        ¡tranquila mamá, que si sobran esos tornillos, esº porque no le hacían falta!

 

“El gran Hugo” así le decían a veces quienes le conocían, pues a pesar de todo tenia personas que lo apreciaban.

 

Hoy Hugo ha llegado con su carita roja como un tomate por venir (como siempre) corriendo de la escuela hasta su casa. Su mamá pregunta:

-        ¿Cómo te fue hoy en la escuela?

Y él responde:

- ¡Bien mami y no me mandaron tarea¡

- ¡ah! Por cierto mamá, tienes que ir a la escuela mañana y te juro que esta vez no hice nada.

 

Nunca se cansa, siempre intranquilo como aquel famoso niño “Daniel el travieso”, que si se hubiesen conocido, hubiesen sido grandes amigos o peor hubiesen acabado con la comunidad entera.

Ya se hubieran desgastados sus nombres de tanto nombrarlos por tantas travesuras.

 

Tenia días tristes porque por más que tratase sus esfuerzos eran lento. Le gustaba la soledad pues en esos ratos podía soñar despierto, ser él mismo sin que sus acciones molestasen a los demás.

 

-        ¡Quédate quieto!

-        ¡No hagas eso!

-        ¡Fuiste tú!

-        ¡No me digas que no puedes!

-        ¡Eres un flojo, por eso no avanzas!

Todas estas expresiones eran su día a día y estallaban en su cabeza como bomba de tiempo.

 

Pero él seguía sin comprender porque era tan distinto a los demás.

 

Este es Hugo, un niño con una gran imaginación, con ganas siempre de ayudar a los demás, amigable, bondadoso, con mucho amor por su mamá, pero también un niño con una energía desenfrenada que no puede controlar y que muchos juzgan sin conocer que su cerebro funciona distinto a los demás.

 

Con él se aprende que no basta querer para poder, que el control en él es algo incontrolable, que no es tonto ni lento al aprender a ritmo diferente a otros niños.

 

Es un gran guerrero que lucha todos los días a pesar incluso de él mismo, cae y se levanta para enfrentar nuevas aventuras y pelear nuevas batallas con unos mounstros que nunca se destruyen y que trata de desaparecer en su dura pelea con ellos y que llevan por nombres: discriminación, indiferencia, exclusión e ignorancia y que lamentablemente viven oculto en cada uno de nosotros.

 

-¡Ah! Se me olvidaba, Hugo sufre de TDAH.


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