De nuevo regreso esa sensación, esa voz que me incita, me habla como antes, me acosa en los recovecos rincones, se aparece en mis sueños y algunas veces en la realidad; como calmar esta pena aparentemente sosegada en el pasado, callar esas voces a mi alrededor.
Hace más de una década que deje ese pasatiempo mortal, Ya ni siquiera puedo recordar a cuantas personas asesine, cuántas mujeres, cuántos niños, cuántos ancianos, siempre fui muy cuidadoso, nunca hubo lugar para errores, todos y cada uno de los detalles invariablemente estaban cubiertos, nunca una gota de sangre fuera de lugar, alguna huella, alguna mancha, algún rastro, siempre con extremo cuidado, impecable el sitio, nada de desorden, todo perfectamente en su lugar. Estas cosas no pueden realizarse en medio de un caos, tiene que haber serenidad y concordancia con la minuciosa tarea de arrebatar el último aliento.
Nunca tuve nada en contra de todas esas personas, al contrario siempre les estaré eternamente agradecido por permitirme calmar esta vieja sensación, por ser parte de esta afición, por todo el placer que me brindaron.
Como no adorar esa mirada de pánico de mis víctimas, esa mirada penetrante, esa mirada que permite alcanzar a contemplar ese vacío, que en su alma quedó, muchos de ellos se inmolaron a complacencia de mi ser, si ustedes hubiesen podido observar con cuanta vehemencia cometía cada acto en mi labor de satisfacción al quitar vidas, quedarían encantados, los bríos los invadirían, es todo un arte, un manjar visual, para devorar parte por parte, lenta y deliciosamente, saboreando cada instante, es como una exquisita pieza musical escuchar los gritar de dolor, el clímax de la interpretación vocal siempre será cuando suplican por su vida, llegando al éxtasis cada vez que esa dulce melodía recorre mis oídos y agudiza mis sentidos.
Tampoco tenía una forma específica para asesinarlos, asiduamente era la que mejor se acomodara a la ocasión, cabe aclarar que siempre fueron asesinatos dignos y con decorosos, siempre a la altura de la velada, sí bien esas personas servían simplemente como medio del fin, creo que lo menos que me correspondía era darles esa muerte gloriosa, con la que pocos pueden jactarse decir que tuvieron.
El ver brotar sangre de cualquiera de sus cavidades y que salpicase esta como una fuente de agua con brisa de aire que apenas y roza las mejillas era todo un espectáculo, aquello era una pintura gráfica, mis manos cubiertas, mis dedos como pinceles algunas veces y otras como cinceles dando forma a la pintura, a la escultura, dándole vida a esta obra de arte, que va siempre acompañada de la bella y majestuosa sinfonía de la voz, de los gritos de agonía de cada víctima al compás de mis instrumentos punzocortantes, una obra bien ejecutada, hablándose de cualquier arte, siempre es gratificante para su interprete, para quien la elabora, para quien la construye.
Me considero un artista mortuorio, y cada asesinato es como una combinación de todas las artes… Sé que la mayoría podría decir que estoy loco, como es que puedo comparar un asesinato a dichas obras de arte, para lo cual siempre respondo:
-“No hay mayor loco en esta vida que aquel que no desempeña la actividad que le apasiona”.
No creerás que lo que en verdad me apasiona es asesinar personas, eso es solo el medio para el fin, lo que en verdad me apasiona es contar mis relatos mortales.
Escribo para calmar esa vieja sensación de asesinar, recreo los escenarios del ayer, todo viene a mi memoria solo para después dignarme a recordar aquel momento de dicha y nada más.
Por desgracia no siempre podré contarte la misma historia, para lo cual debo salir y encontrar quien pueda ayudarme con mi peculiar actividad, así entonces puede ser que algún día seas parte de alguno de mis relatos y ser leído por alguien más, pero mientras eso sucede, disfruta de la historia de otro, otro quien como tú, tuvo la oportunidad de leer mis relatos de vesania con fervor...
Lord Vian.
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