Julia se encontraba dormida cuando el entro por la ventana sigilosamente, a medianoche, como en los tiempos de la universidad cuando lograban burlar al perro que hacía de agente de seguridad en el hogar de sus padres.
¿No pudiste entrar por la puerta principal? –pregunto ella dando un salto de la cama, emocionada-
Alex casi cayó en el acto, pálido, cansado, sucio, Julia le noto un sangrado discreto pero constante bajo la costilla derecha, corrió por el botiquín de primeros auxilios y trató de empezar a curarlo, él se rió y pidió mil disculpas por las fachas en las que se presentaba.
Julia, amor –le dijo tomándola de la mano, hablando pausado pero sin detenerse-, no importa mucho ahora, en algún lugar de la guerra mi cuerpo está muriendo en este instante, no nos queda mucho tiempo.
¿Cuánto? –Respondió ella apretando la mandíbula-
Minutos, creo… puedo ver a mis compañeros corriendo por los campos ingleses, viene un bombardeo feroz, tal vez nuclear, de todas maneras no quise irme sin darte una explicación, me pareció cobarde, también quiero decir que te escuche cantar todas las noches, incluso en los días más duros, todavía desafinas un poco en esa parte de la canción que tanto nos gusta.
Dónde entra el coro –le confirmo ella riéndose entre lágrimas-, seguro que aún podemos hacer algo…
No y lamento no poder cambiarlo–la interrumpió él con la voz entrecortada- lamento mucho no haberme quedado, lamento haberte conocido y no poder seguir ahora… Julia… está empezando…. amor… no puedo escapar, ¿tomarías mi mano?
Orión los miraba conmovido hasta las entrañas, quizá desesperado por no poder hacer algo, contemplaba desde el cielo los aviones soltando todo su arsenal contra la amenaza interespacial que había llegado tiempo atrás.
Quédate conmigo –le dijo ella inconscientemente-.
Antes de sentir el impacto Alex apretó fuerte la mano de Julia, hincados a media recámara:
Llegará en unos instantes amor, no olvides que te amo... Julia, ya no tengo miedo ahora, perdona todos los desperfectos.
Dos segundos después Alex se esparció por toda la casa en un polvo molecular, hermoso, radiante, salió por la ventana y subió hasta el cielo para fundirse con el origen de la vida.
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