Caminando por la vida, como dice la canción, se ha vuelto casi todas las tardes en una rutina agradable en la que disfruto colgada a mi música, porque la música para mí es la energía, la forma en la que deshecho mal humor y ganas de seguir, pues eso, que caminando a un buen ritmo, esos caminos que no llevan a Roma, pienso, elocubro historias y a veces me rio de lo que pasa por mi mente, que cruzándome con otros tantos deben pensar que ando pa´yá.
Y ayer tocó cosas de la vida, de la muerte y reflexionar sobre los años.
Sobre la vida, que hay que vivirla
Sobre la muerte, que es inevitable
Sobre los años, como la película “Amanece que no es poco”
Y así fui hilando esta travesía en la que me siento afortunada de ser quien soy.
Sueña, crea, anhela, y confía que cada cosa que hagas, aún equivocándote, es fruto de lo que has vivido, de tus soledades, de tus angustias, de tus llantos, de lo que tú eres. La cual no cambiarías, porque con el paso de los años aprendes a quererte, y aunque los avatares de la vida a veces trastornan tu esencia, ese brillo que todos tenemos, hace que seas únic@.
Nada es para siempre, y ahí interviene la muerte. Por eso, vive, cada día es importante, cada espacio hay que llenarlo a tu manera y aunque los años te imposibiliten a ciertas cosas, inténtalo sin mirar si está bien o mal, si gusta o no.
Porque al fin y al cabo tu vida es tuya y nadie la puede vivir por ti.
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