Todos tenemos un pasado, yo tuve la fortuna de ser maestro de la Universidad de la cual egresé, y fué muy gratificante, a la vez pude darme cuenta de los buenos alumnos que iban a mis clases y de las varias ocasiones en que me ponían en aprietos con sus dudas, pero siempre salimos adelante.
Los alumnos brillantes tienen una capacidad de comprensión muy desarrollada y no puedes ir a dar las clases sin antes prepararte a consciencia. En una ocasión apliqué un ejercicio en el cual no consideré que puse un inventario inicial demasiado alto, de tal manera que no era necesario comprar nada en los siguientes meses del ejercicio y muchos se equivocaron pero no fue con mala intención sino que quería poner 3 tipos de exámenes y al cambiarle no consideré esa parte. Bueno los hice pensar mucho. Algunos pusieron el inventario negativo y eso es imposible.
Para preparar las clases tenía que estudiar 3 horas diarias ya que las clases eran de lunes a viernes, fué cuando consideré el sacrificio de ser maestro porque algunos fines de semana mejor me queda a preparar el material de la semana.
Uno de los inconvenientes que se sucitaban era que a pesar de ser evaluado como buen maestro y tener ya mi clase desarrollada se la daban a otro maestro en el siguiente semestre , eso me parecía injusto ya que yo tenía los ejemplos y los exámenes preparados en mi computadora .
Los grupos eran aproximadamente de 25 alumnos, cuando tenía que calificar ya sea exámenes o tareas me tardaba casi una hora en revisar y pasar calificaciones, ese tiempo no lo pagaban como hora clase solamente cuando estabas frente al grupo.
Era incómodo cuando me daban clases con 3 ó 2 alumnos que querían regularizar porque explicaba y nunca había dudas o terminaba muy rápido de explicar pues eran pocos, y como tenía que cumplir con los horarios nos poníamos a platicar de cosas relacionadas con sus carreras, aunque no tuviera que ver con la clase en curso.
Existían maestros que eran la columna vertebral de la Universidad y tenían ya 10 o más años dando clases, siempre les asignaban sus clases y los calificaban muy alto por la buena experiencia que ofrecían. Muchos de ellos solo se dedicaban a dar clases, en cambio para mí era un extra para poder tener más ingresos. Uno de ellos decía que había dado tantas veces una materia que sabía que le iban a preguntar los alumnos en cada momento.
Un día en la sala de juntas salió a relucir lo que ganan los futbolistas y consideramos que era algo ridículo por los altos montos, nos preguntábamos como una persona que solo sabe patear un balón puede ganar más que un premio Nobel, que tuvo que estudiar años y años para hacer algún descubrimiento asombroso. Los valores en la sociedad están desproporcionados y excesivos a favor de los futbolistas. Que lastima!
Algunas alumnas en los exámenes llegaban con escotes o minifaldas para que no pudiera estar viéndolas sin que yo me viera mal. Lo que hacía era que las sentaba hasta adelante y yo me paraba hasta atrás para que ellas no pudieran ver donde estaba ubicado y así no poder sacar el acordeón en donde tenían los apuntes con letra muy pequeña. El escote salía sobrando con la visión desde la espalda.
Trataba de que las clases fueran prácticas, la teoría es buena para aprender los conceptos pero para las carreras administrativas era a mi juicio mejor ponerles trabajos prácticos para que conocieran exactamente como es en la vida laboral.
La mayoría de los alumnos no solamente estudiaban, también trabajaban en algún negocio o empresa para ir tomando experiencia y mejorar sus opciones de trabajo en un futuro cercano, algunos participaban en clase poniendo ejemplos de cómo lo hacían en sus trabajos, eso enriquecía mucho la clase.
En una ocasión tuve un problema con una alumna porque descubrí que había copiado el trabajo final de otra compañera y entonces como no sabía de quien era el original, tomé una decisión salomónica de dividir los puntos del trabajo final y le di la mitad a cada una. Estaba muy enojada una de ellas y fue a amenazarme que su papá, que era algo de los socios de la Universidad, y que me iba a pesar la calificación que le había puesto. Yo solamente le mostré los 2 trabajos y era obvio que eran casi iguales, esa era mi mejor defensa. Me di cuenta que en este trabajo de maestro muchas veces te ganas enemigo gratis, y pensé por muy poco dinero estoy enemistándome con gente que ni conocía, bonito negocio. Quizás me vaya a ponchar las llantas o a rayar la pintura de mi carro.
En otra ocasión por hacerle el favor a una amiga maestra, tomé sus clases ya empezadas en el semestre para terminarlo yo, lo malo fue que eran de la carrera de diseño, casi puras mujeres que se sentían creo yo por su tipo de carrera, hechas a mano. No querían hacer nada de la materia que yo les impartía, que era costos, no entendían que a pesar de que ellos diseñaran tenían que considerar los costos de los proyectos para poder cotizar sus trabajos, esas clases fueron un caos. Moraleja, a los artistas o a las personas creativas no les importa un comino lo que valgan las cosas ellos solo las hacen.
Tenía una coordinadora de las carreras administrativas, que era psicóloga pero yo no sabía que tenía ese título, algunas veces la visitaba en su oficina para platicar sobre cómo me estaba yendo con los grupos e intercambiamos opiniones. Un día le hice un comentario de mis teorías locas, la cual fué que yo consideraba que las personas de psicología estudiaban esa carrera porque tienen en el fondo muchos problemas que quieren resolver o porque quizás estaban medios locos, y que suelta la carcajada, me dijo --yo soy psicóloga y si estoy media loca y se reía. Me dió mucha pena mi metida de pata, pero bueno todo quedó en un mal comentario vergonzoso.
Lo único bueno que obtuve al cambiarme y cambiarame las materias que yo impartía, fue que me especialicé en casi todas las materias administrativas, fué como si hubiera hecho 2 o 3 veces la carrera de contador, ya que duré 6 años dando clases. Entendí muchas cosas que cuando las aprendí siendo estudiante, no las había comprendido exactamente, ese fue el mejor pago que recibí, me pagaron por aprender.
En la actualidad en algunas fiestas o reuniones me encuentro con exalumnos míos y me dá mucho orgullo saber que les está yendo bien a la mayoría de ellos, pero lo que más me enorgullece es cuando me dicen MAESTRO, esa palabra creo que abarca mucho significado y es muy gratificante.
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