CAPÍTULO 13
PLANEANDO
La policía estaba desconcertada. Todos los medios tecnológicos que intentaban utilizar para deshabilitar la web e interceptar las comunicaciones que los familiares y amigos, de los depredadores como del entorno de Silvia, no funcionaban.
Los tipos esos eran unos hacker de primer nivel. Todo se precipitaba tan rápidamente y los trámites burocráticos solicitando ayuda tardaban tanto, que lo hacían inservibles.
¡Aquello era una cacería! Los familiares iban acosándose entre ellos, intentando encontrar respuestas a las múltiples solicitudes que pedían cada uno de los siete participantes. Fuese casualidad o por ayuda de los creadores de la web, cada uno había encontrado una forma de comunicarse con su entorno.
La expectación iba creciendo entre la audiencia, posicionándose cada uno según su forma de ser, creencias o algún tipo de puto raciocinio que aquello les hacía inclinarse hacía uno de los lados.
Silvia en cambio, se había transformado. Dejó de ser una estúpida miedosa, a asumir que debía convertirse en una moderna “Assassins”.
Alquiló una habitación en un hostal que no llamara mucho la atención y con absoluta tranquilidad, fue estudiando concienzudamente a cada uno de los siete participantes.
Tenía cierta habilidad para observar y estudiar a la gente y evidenciar, la forma de actuar ante determinados hechos. Cosa que en estos momentos, era claramente un gran hándicap para sus perseguidores.
Una cosa tenía cada vez más clara. No se trataba de ganarle a los siete integrantes del juego. Tenía que ganarles también, a los creadores de dicho juego.
Todos daban por hecho que se limitarían a encontrarse y simplemente matarse. Pero ella pensaba más allá. Ella, no sólo ganaría el juego, sino que lo haría de tal manera que la policía, no podría acusarla de ningún asesinato.
¡Eso si era ganar!
Su plan no era el de huir, sino todo lo contrario. Los atraería hacia a ella y diseñaría un plan para cada uno, cuyo final les llevaría a morir, sin que ella les pusiera un dedo encima. Creando una duda razonable sobre su implicación en cada echo.
Al anochecer salió a despejarse un rato. Caminaba segura, sin miedo alguno a encontrarse con alguno de ellos. Su confianza crecía por momentos y ahora, sabía que esa preocupación aún era pronto.
Entró en un bar y se sentó en la esquina de la barra, tras pedir un café. Detrás, sentados en una mesa cuatro hombre de mediana edad, mantenían una discusión sobre una noticia que estaban dando por la televisión.
Por lo visto la policía había detenido a un presunto violador y discrepaban de sí un echo así, esa persona merecía simplemente ser encarcelado.
Uno de ellos el mayor de los cuatro, exponía claramente su opinión al respecto. Y afirmaba no dudar en matar a una rata así, si en algún momento alguno se cruzara por delante.
Silvia se quedó pensativa. Acababa de encontrar, cual sería su primer método para eliminar a uno de ellos.
–
CAPÍTULO 14
SÓLO QUEDAN SEIS
Silvia esperó a que el hombre se marchara y lo siguió sigilosamente, hasta que éste entró en un portal. Desde fuera, podía verse las plantas del edificio a través de una ventana que había en cada una de ellas. Se mantuvo atenta hasta que de pronto, una se encendió la luz.
En el bar escuchó que le llamaban Carlos. Ya sabía donde vivía, la planta del edificio de su piso, su nombre y mañana, cuando fuera de día y llamara menos la atención, buscaría la forma de colarse en el edificio y buscar en el buzón su nombre completo.
Con todo eso, podría hacer lo que también sabía hacer, ¡Buscar datos sobre él y hacer un perfil!. Ya estaba ideando su plan. No era otro que elegir de entre los siete participantes, el más idóneo para llevar a cabo lo que tenía en mente.
Lógicamente tenía que engranar, muchas de las casualidades que conllevaba lo ideado. Pero ese era su reto, y la forma de demostrar su astucia ante las circunstancias en la que se encontraba.
Por otro lado, los siete participantes y sus familiares, buscaban arduamente el paradero de Silvia. Ésta decidió que había llegado el momento de ponerse en contacto con su familia y amigos. Pero no podía confiar en que entendiesen, por muy detalladamente que lo hiciera, cuales eran sus planes.
Así que no tuvo más remedio que utilizar a su propio entorno, de la forma que mejor consideró, para que hicieran sin ser conscientes de ello, lo que en cada momento consideró debían hacer. Cosas como que fuesen informando o comunicando, a determinadas personas o en sitios concretos, cierta información que ella les transmitiese.
Y eso fue lo que hizo. Tras elegir al más adecuado de entre los siete, fue llamando a determinadas amigas o familiares indicándoles que fuesen haciendo público, dentro de un entorno privado, sutil información sobre dónde podría ella encontrarse.
La idea era, que el mensaje sólo le llegara al entorno de la persona elegida. Para que éste y sólo éste, fuese en su busca. Por otro lado, había comenzado a analizar la rutina del hombre que encontró en el bar.
Llegado el momento, todo debía estar preparado. Y lo más importante, debían darse las circunstancias que estaba intentado crear.
El plan era simple. El elegido daría con ella en el momento y lugar planeado. Saldría corriendo y se toparía con el hombre del bar y tras una actuación brillante, lo convencería de que un tipo la había intentado violar pero que consiguió zafarse y ahora la perseguía.
Entonces el participante elegido aparecería e iría a por ella, y Carlos simplemente haría lo que tanto iba pregonando. Se encararía con él y acabaría con su vida, mientras ella huía de allí.
A los pocos días, su plan iba transcurriendo tal cuál lo pensado. Y cuando llegó el momento en el debía suceder su precisa artimaña, todo ocurrió con absoluta sencillez.
Sergio, nombre del participante que ella había elegido, apareció justo donde ella predijo. Tras haber ido obteniendo la información a cuenta gotas y manipulada, que Silvia fue filtrando.
Cuando sus miradas se cruzaron en esa calle lúgubre, un escalofrío les recorrió a ambos por dentro. Y tras unos segundos, se abalanzó hacia ella con una ferocidad brutal.
Silvia salió corriendo en dirección a un cruce que daba a otra calle, donde debía toparse con Carlos y, ¡así sucedió!. Al verlo, empezó a llorar y gritar diciéndole que un tipo la había intentado violar, que había escapado y la estaba persiguiendo.
Carlos miró al frente y sacó una navaja de su bolsillo. Al instante, Sergio apareció doblando la esquina y corrió hacia él. Justo cuando pasaba junto a Carlos, éste le clavó la navaja mientras le gritaba.
Sergio sintió un fuerte pinchazo en la espalda, se giró mirándolo sin dejar de correr. A los pocos metros un dolor le sobrevino, haciéndolo caer al suelo. Aprovechó Carlos para arrodillarse junto a él y como poseido, apuñalarle una y otra vez. Hasta que Sergio quedó tumbado agonizando.
Carlos se incorporó y buscando con su mirada a Silvia, ésta ya había desaparecido. Lo vio normal, ya que corría asustada de un violador y él se sentía como un héroe por haberla salvado de semejante indeseable.
¡Ya sólo quedaban seis!
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