¿La última vez?

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No debí meterme, me dijiste. Esas palabras sonaron a despedida. Te ibas a marchar de verdad y lo hiciste. Pero yo sabía que volverías. Meses después me llevo tu mensaje. “Necesito sentir” me dijiste. Yo dudé, pero igual que tu necesitaba volver a sentir. Llegaste radiante como siempre, con un vestido que dibujaba tu cuerpo. Enseguida deduje que solo llevabas el vestido. Te abalanzaste sobre mí y noté sus pechos duros sobre el mío. Tus pezones entraron erizados. Busqué debajo del vestido y encontré tu sexo desnudo para mí. Mi cabeza entró x debajo del vestido mientras tus manos empujaban mi cabeza hacia él. Estabas completamente húmeda. Mi lengua empezó a jugar con él mientras tu abrías las piernas para que entrara mi lengua. Lo estabas deseando y yo también. Movías las caderas para que mi lengua lo recorriera entero. Mis dedos lo buscaron y entraron fácilmente. Tus músculos empujaban deseosos de encontrar el placer. Te oiga gemir y respirar entrecortadamente. Te cogí en brazos y te dejé sobre la cama. Me quitaste el pantalón y empezaste a chupármela con deseo. Tu lengua jugaba con ella mientras tus manos me masturbaban y me acariciaban los huevos, sabes que me encanta que lo hagas y querías dármelo todo. Me la pusiste como solo contigo reacciona. Me dijiste: necesitó tenerte dentro. Te acosté sobre la cama y empecé a chaparte los pezones. Estaban duros como piedras y gemías sin descanso. Te la introduje muy despacio. Tu cara cambiaba con cada embestida. Me cogías el culo para sentirla toda en tu interior. Notaba tus músculos volverse locos de placer y gemías sin parar. Te puse de espaldas y te la metí x detrás. Todo tu cuerpo temblaba de placer, me voy a correr me decías, no pares, no pares. No lo hice, explotaste de placer, tu cuerpo tembló y noté tu corrida en mi pene. Quería comérmelo todo. Empecé a chupártelo. Tu querías más, necesitabas más. Mis dedos entraron en él mientras mi lengua jugaba con tu clítoris. Hasta el fondo una y otra vez. Tus gemidos volvieron, tu cuerpo volvió a temblar. Joder, me voy a volver a correr dijiste. Pero esta vez fue más intenso, más profundo. Tu corrida me impregno la mano y me la cogiste para comértela tu. Me acosté y volvió tu boca, tu lengua, tus manos. Te sentaste encima y te entro hasta el fondo. Movías tus caderas con ella entera dentro de ti. Con los ojos cerrados sentías todo el placer del mundo, tus facciones y tu cara cambiaban con cada movimiento. Empujabas y la sentías gimiendo de dolor de tenerla tan al fondo, tus dedos jugaban con tu clítoris buscando una vez más el placer. Te cogí de las caderas y te empujé una y otra vez, tu deseo aumentaba y sentí como volvías a llegar. Cada vez más deprisa, tus gemidos más fuertes, tu sexo se estremecía en cada embestida. Te llegaba otra vez, pero esta vez también a mí, lo sabías y me dijiste que me corriera dentro de ti, era de locos, pero los dos lo necesitábamos, nos corrimos juntos, nuestros gemidos se unieron y llegamos a la vez. Te acercaste a mi pene y lo chupaste sin parar, querías mi fondo blanco, querías todo para ti. Nos tumbamos juntos. Tú de espaldas a mí, te abracé, besé tu cuello una y otra vez, acariciaba todo tu cuerpo, me acerqué a tu oído y te dije: te quiero. Te volviste y me acariciaste la cara sin decir nada mientras una sonrisa triste se dibujaba en tu rostro. No hacía falta decirlo, los dos lo sabíamos. Una vez más quizá era la última.


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