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EL CUADRO
Por Adelina Gimeno Navarro
Enviado el 26/02/2019, clasificado en Ciencia ficción
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La noticia había saltado a las primeras páginas de los periódicos, las televisiones se hacían eco de la extraña noticia. En todas las cadenas de radio no se hablaba de otra cosa.
Como experto en arte esa mañana había quedado con mi amigo para visitar el museo. Haríamos las investigaciones oportunas para darle una pronta solución al caso. Las personas estaban asustadas, las desapariciones iban en aumento y era demasiada casualidad que fuese siempre después de una visita cultural.
De ese dato nos habíamos percatado Toni y yo, después de muchas indagaciones. Sobre todo… No podíamos profundizar, cada palabra nuestra podría usarse en nuestra contra. El gobierno nos tenía controlados, a él sobre todo un ufólogo con tanta documentación que acreditaba que existían, no debía hablar a sus anchas y descubrir ciertos datos de su secreto mejor guardado.
Su voz parecía preocupada, y él no era así, me había llamado desde la sala del museo, me pidió que llevase mi mejor máquina fotográfica. Casi ni lo escuchaba, mientras me decía la ropa que llevaba. No correspondió a mi broma, cuando al decirme que llevaba una camisa a cuadros, yo le contesté que para eso iba a un museo.
Ahora el preocupado era yo, cabizbajo le devolví la llamada, cualquier pretexto serviría para tranquilizarme si escuchaba su voz. Pero no fue así, un total de tres llamadas perdidas quedaron registradas, una de ellas hasta con un corto mensaje de voz…
“Colega, voy a buscarte amigo”
Con mi ciclomotor me ponía en peligro atajando a gran velocidad por las callejuelas, intenté llegar lo antes posible, pero fue imposible, no encontré a Toni, mi amigo no aparecía.
Paseé por el museo, subí y bajé reiteradas veces sus escaleras, recorrí aquellas diáfanas salas y en una de mis ojeadas a las salas del recinto, lo vi. Un teléfono móvil asomaba en una esquina de aquel poyete con catálogos de las obras expuestas.
La esperanza es lo último que se pierde, o eso es lo que dice el refrán, pero al verlo parpadear comprendí que mi última llamada, de ser el aparato de mi amigo, no la había escuchado. Y así por desgracia era, pero no fue lo único que me lo hacía pensar, un gran cuadro recreando una abducción de varias personas que me dejó con la boca abierta.
Por momentos mis ojos se humedecieron viendo de los primeros a aquel que llevaba una camisa a cuadros. Ahora comprendía el porqué de su voz triste, él sabía dónde iba, me espero en su punto de partida. Mientras me pedía que inmortalizarse el momento dejando de oír mi advertencia.
Y que no sé cómo, pero se escuchaba de nuevo…
“Colega, voy a buscarte amigo”
Adelina GN
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