¿Se puede separar el sexo del amor? Virginia tiene un amante, de esos Adonis soñados con un cuerpo increíble, una piel deseable tan deseable con una mezcla de olor y perfumes magnéticos que le aflojan las piernas. Son amantes, los encuentros furtivos en hoteles, llenos de sexo fuerte, bruto, con un toque de dulzura y contención, que la dejan sin aliento. Coger apoyados en la pared con espejos, en la barra, en el piso. Dejar camas revueltas, llenas de sudor y de humedad que delatan los orgasmos fabulosos de ambos. Su pija enorme en la boca de ella, haciéndolo gemir sin compasión. El recorriendo con sus manos todas las curvas de ella, estremeciéndose a medida que avanza y agrega la boca, su lengua. Baja y descubre con picardía y orgullo la humedad que emana de ese triangulo ansiado, todo provocado por él. Mr. G. Mezcla de locura, pasión y deseo. Este logro enloquecerla, el compañero ideal, la química sexual de ambos es indiscutible. El deseo está a flor de piel. Pero al final, una lagrima escondida sale de los ojos color miel de Virginia. Sera solo sexo... Quiere más... Lo extraña. La frialdad que ella trata de aparentar, no es real, esa actuación no le sale bien. No sabe disimular sus sentimientos. Mr. G, si parece un tempano. Pocas expresiones de cariño. Es difícil no pensarlo o no buscar su contención. Lo llena de mimos, regalos y atenciones. Sera amor... Y si lo es, no hay nada que hacer... Mejor seguir fingiendo...
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