Clase de manejo

Esperaba su llamada, yo en una cena con amigas, el con los suyos. Deseaba con locura verlo. Pasaron las horas y sin novedades, emprendí el regreso a casa. A punto de entrar, llegó la llamada. Estaba muy cerca. En minutos subí a su auto. Un par de vueltas nos entregó a un lugar más oscuro y resguardado. Cada guardo su lugar, el conduciendo, yo a su lado. Los besos nos fundieron en minutos. Su perfume, su olor, su piel me estremecieron rápidamente. Recorrí su hermoso torso con mis manos, buscando su miembro que me esperaba super erecto. Lo besé, lo lamí, gozando cada sensación que le producía el remolino de mi lengua y mis labios. Sus gemidos no mentían. Sus manos buscaron mi sexo, empapado de ganas y deseo. Sin sacarme la tanga, me la corrió e introdujo sus dedos. El placer era eléctrico. Ninguno aguantaba más. Me agarró sin preguntar y me montó sobre él, dándole la espalda. Me penetró, duro, fuerte, al mejor ritmo de una canción que no puedo olvidar. Sus manos entre mis pechos y mi clítoris, una locura total. Exploté de placer y el big bang final fue juntos. La mejor lección de manejo. Y Trátame suavemente, de fondo. Noche inolvidable.