El parque de diversiones

Mensajes en clave logran armar fabulosos encuentros clandestinos. El lugar, un parque de diversiones. No el tradicional, uno que nos da el escenario perfecto para hacer realidad nuestras fantasías más oscuras. Una pista de baile con un caño, una mesa, banquetas, una inmensa cama, un jacuzzi y varios chiches más. ¿Por dónde empezar a jugar? Un par de copas y una charla en esas banquetas. Un poco de calor empieza a aflojar la ropa, y con ella la vergüenza y la timidez. Una de Lenny Kravitz, me invita a mover las caderas alrededor del caño. ¿Le gustará? Su sonrisa, parece decir que sí. ¿Será la ropa interior negra? ¿Los tacos altos? Un par de canciones más y no me deja bailar más. En segundos tengo mis manos atadas al caño, y mis ojos vendados. Música más fuerte. Me separa las piernas, corre mi pequeña tanga negra y me empieza comer. Siento su lengua quemando, sus dedos buscan mi humedad. Me invade la locura. Placer que me retuerce. Ruego más. Quiero acabar. Juega, va y viene. Me suelta. Y aun vendada me lleva a la pared. Siento el frío del espejo en mi cara. Ya desnuda completamente, o casi con mis tacos altos todavía. Sujeta mis manos hacia arriba y me penetra. Embestida impresionante. Un ritmo feroz. Su mano izquierda juega con mi clítoris. Sus gemidos me enloquecen. Amo saber que disfruta. Es un baile caliente. Fusión perfecta. Explosión total. Sentir su leche caliente en mí. Luego una pausa. Agua y masajes. Y besos... Muchos besos, de esos que sugieren y que invitan a empezar una segunda ronda por el parque de diversiones.