Trashumante

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TRASHUMANTE

El instante ha tocado las alas del violín,
que llena el aire de alfombras en los frutos,
de las miradas saladas perennes flores,
abriendo el vientre efímero del pasado,
en las manos invisibles del pecado.

Trashumante. ¡Oh!. Trashumante.

En los portales imposibles del pescado.
Está la ventana murmurando soñada.
En cada vela en cada esquina encalada.
Viento de acero bicicletero, mientras,
enrojecen, los deseos saltando las paredes.

¡Oh, trashumante!. Trashumante.

Escondido entre los sillones bajo un zapato.
En el techo que se bebe al tiempo.
Donde el mar es apresado con un dedo,
de dulce lamento, en perdido pañuelo,
hecho entre la sábana un sábado.

¡Sí!... Trashumante, trashumante.

Empeñado en ser algodón, carguero ligero,
de trenes desesperados con los bosques,
al desayunar venados, las mismas letras.
¡Que toman las palabras y las borran!.
De los últimos delfines que las escriben.

Trashumante. ¡Sí!. Trashumante.

Bajo el rojo del cabello azul del caballo,
amarillo del negro colibrí, con la blanca,
sonrisa del perfume, al correr las grises,
cortinas del sol, al bañarse las alfombras.
¡Con la voluntad de las nubes desnudas!.


Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez

 


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