Cortó la mano derecha de Grey con maestría, con la precisión de un cirujano. El muñón comenzó a sangran enseguida, casi antes de que fuera consciente del dolor. Ella se la acercó a su sexo, no le importó demasiado la sangre, tenía el periodo en esos días, y comenzó a frotar su clítoris con los dedos, todavía calientes, de su víctima. Grey se mantenía consciente, a pesar del calvario que suponía la herida abierta. Se aferraba a la esperanza de que pronto se desmayaría por la pérdida de sangre. Le repetía a su corazón que bombeara más rápidamente, pero parecía no hacerle caso. Mientras tanto, reclinada sobre un diván, ella seguía utilizando su mano tan diestramente como lo hiciera él en la mejor de sus noches de lujuria.
-Oh, cariño, ¿lo sientes como yo? -repetía ella sin parar.
Su mirada lasciva se clavaba en su rostro, transmitiéndole el placer desmedido que estaba sintiendo. Se acariciaba los labios con el dedo índice de su mano derecha, manchándolos de púrpura. Grey no podía creerlo, pero aquella zorra le estaba excitando. A pesar de la pérdida de sangre, su pene palpitaba robusto como un roble.
-Oh, cariño, ¿todavía tienes ganas de más? No desesperes, ahora mismo estoy contigo - dijo con ternura.
Soltó la mano inerte de cualquier modo, como un juguete inservible, y se acercó de nuevo a la silla donde estaba Grey maniatado.
-Bien, bien, creo que es hora de jugar con el pequeño Grey - dijo humedeciéndose los labios.
Agarró al pequeño Grey firmemente con una mano y rebuscó con la otra en el cajón de la mesilla el viejo cuchillo de carnicero....
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