Recuerdo ese día como un episodio importante de mi vida, lo recuerdo nítidamente porque mientras miraba la televisión anunciaron que planeaban llevar cinco mil humanos al espacio, supe que la cosa era seria, de alguna u otra manera buscaban abandonar el planeta; parado frente a la cama y solo con los calzoncillos puestos le dije a tu madre que nosotros nos quedaríamos para siempre, nunca alcanzaríamos a cubrir el coste de un boleto de supervivencia; estabas junto a tu hermana, dormían tranquilos en la cama contigua, muy pequeños, aún inmunes a las locuras de un mundo convulso.
Años más tarde, cuando llegaste contándome que habías enviado tu carta de admisión para el voluntariado de colonización no preste la atención debida y me arrepiento, todavía se me congela la sangre cuando viene a mi mente tu cara de emoción el día que te llamaron para confirmar. He caminado kilómetros aturdido por el pensamiento, tal vez debí ser irresponsable y no pagar la factura del teléfono un mes antes, probablemente debimos haber estado de compras, haciendo mil cosas con tal de que no estuvieras en casa en ese momento… siempre he tenido la agría certeza de que cuando colgaste la llamada te perdí para siempre.
En algún momento llegarás a tu destino y abrirán tú cápsula de criogenización, después vendrá la etapa de recuperación, como en las películas que veíamos cuando eras niño, tal vez será un poco duro, por favor se fuerte.
Tú hermana vendrá con la familia para que veamos juntos el primer contacto, los niños están muy emocionados por tener un tío astronauta, así que cuando saludes a la cámara ten por seguro que ahí estaremos…
Y por favor no me creas egoísta, solo es que la vejez trae ciertos recuerdos.
Las estrellas que miraremos desde cada uno de nuestros cielos son aquello que me hará sentirte cerca… todo estará bien por aquí, sé que darás lo mejor de ti, como siempre.
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