Nos imbricamos
en una realidad
que nos rodea con brazos
de amor
en una buena mañana.
Nos tenemos
y consentimos a partes iguales.
Hemos de llamarnos
con una gratitud enorme.
Nos impresionamos.
Damos crédito
al destino que nos engancha
con el futuro mayúsculo.
Nos resarcimos.
El lío es honroso, bondadoso,
querido, de verdad.
Quitamos y ponemos sábanas
que adquieren el colorido
de un destino singular.
Nos actualizamos
en una vereda nueva, flamante,
suprema, jugosa.
Hemos de desbordar
ese cariño que nos resultará clave.
Aprovechemos desperdiciando.
Innovemos
a cada segundo,
que resultará crucial
por la intercesión del sueño hallado.
Nacimos para esta fragua,
como sabemos,
para ser entre nosotros:
ya lo podemos corroborar.
Poseemos los ingredientes,
y nos vamos a edulcorar.
Percibimos las probabilidades.
Suenan, se ven,
y caminamos.
Tenemos toda una vida.
Juan Tomás Frutos.
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