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El exceso de maquillaje le daba al rostro un tono cangrejoso y artificial. Tosió con fuerza y en el esfuerzo el bolso que estaba abierto se le cayó del regazo volcando su contenido. Un chico joven que la había estado contemplando saltó como un conejo y empezó a recoger mientras ella miraba al ejecutivo trajeado que indiferente se había dado la vuelta. El chico terminó y ella se lo agradeció. Al llegar a la siguiente parada, el ejecutivo cogió de la mano al chico y empujándole hacia sí le besó con pasión mientras ella salía a trompicones del vagón.
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