Denunciar relato
Tan inocente como ayer y hoy. El estímulo me da la razón: perseguirme a mí mismo y no a los sueños, ese es el camino. Pero, ¿qué camino? ¿es que acaso voy hacia algún sitio? Debí abrocharme el cinturón al inicio, pues el trayecto ha sido rocoso y cada partícula de mi ser es testigo. Se vienen horas de angustia y paisajes desérticos. Se me viene toda la vida encima y la misma traerá, con su peso, todo suceso infausto y sufrimiento moral. En el cuadro se proyecta una imagen; es un jinete desamparado... Soy yo, galopando hacia un individuo con idéntico semblante. Mi enemigo y yo cara a cara: un duelo a muerte entre espadas flameantes. ¡Hala!
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