Cuando me hablan de cautela me echo a reír. No saben lo que es cautela, ni mucho menos establecerse en la acción de inmenso cuidado; de ser extremadamente meticulosos. No saben que la cautela está asociada con el tiempo y con la inmovilización. No saben que la cautela lleva inmersa la muerte, producto de los latidos infernales del corazón. La cautela se viste de noche, pues sabe que su cometido debe ser víctima del silencio… Aunque, esperen… ¿De qué sirve ser cauteloso durante, si después te encierras en los linderos de la culpa? Si la ansiedad se apodera de tus palabras y de tus acciones. Si tu cabeza amarra la idea y no hallas forma de cortar los lazos… Al final, de qué servirá la cautela si en el ajuste de cuentas impera el nerviosismo y el corazón delator.
Comentarios
COMENTAR
¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales