Un sorpresivo ménage à trois (2)
Por onemacaj
Enviado el 08/04/2019, clasificado en Adultos / eróticos
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Después de tan rica velada con aquella parejita en el café-concierto, me decidí a llamar a la chica un sábado.
–Hola, Andrea. Yo soy Tobías, el del café.
–Hola bomboncito. Esperábamos alguna llamada tuya.
–Bueno, no les fallé. ¿Qué hacen mañana por la tarde?
–¿Domingo? Acostumbramos quedarnos en el apartamento.
–¿Y si los acompaño? Mi novia se va de paseo.
–¡Qué pregunta! Déjate venir. Ya te doy la dirección.
Allá les caí el domingo a las tres, con una botella de cognac y unas flores. Él dijo que lo ponía celoso por el halago a su mujer, pero luego me rebujó los cabellos y me dijo que era en broma, que tomaba las flores como para él también.
Me sentaron en el sofá en medio de ambos y apuramos el primer cognac, solo charlando y contándonos sobre nuestras vidas. Ahí supe que ella fue amante de un hombre muy extraño, diez años mayor, que el día menos pensado la abandonó, y Mauricio estuvo amancebado con un compañero de universidad por varios años.
Extrañamente, se enamoraron un día en un parque de diversiones, cuando a ella la había acabado de dejar el hombre y él estaba temporalmente solo, por un viaje de su compañero. Fue Mauricio el que le propuso, extrañamente, como digo, vivir juntos y le prometió dejar a Sergio de inmediato.
–Bueno, no más historias telenovelescas y ¡vamos a la cama! –dijo Mauricio.
–Sí, quiero chuparle esa pija a Tobías, contestó Andrea.
–Te la tengo toda para ti. Y para ti también, Mauri.
No hubo sesión de lento despojo de ropas, de tiernas caricias iniciales. Los tres nos desvestimos a toda velocidad y nos lanzamos a la cama. Él me propuso que yo la follara primero a ella, para arrecharse mirando algo que hacía tiempo no veía.
Yo acerqué mis labios a su vulva y le hice un rico cunnilingus, mientras Mauricio no solo miraba, sino que me tocaba ansioso por todas partes. El cunnilingus y los toques me pusieron a mil y pronto me monté sobre ella y le introduje mi miembro de un tirón.
–Aprende, Mauricio. Tú me haces delicioso, pero esta violencia me hace falta de vez en cuando.
Poco rato le tuve que bombear para que me llegara un orgasmo fantástico con abundante semen que le dejé todo adentro. Luego ella me la hizo sacar y me la lamió con placer, hasta que se me empezó a poner pequeña.
–¿Tú eres de los que no sostienen una erección un buen rato? ¿Qué le vas a dar entonces a Mauri?
–¡No problem! –dijo él– Mientras le vuelve, yo lo penetro.
Me ericé de susto. ¿Yo, dejarme penetrar de un hombre? ¿Cómo me saldría de eso? Pero el chico ya estaba lamiéndome alrededor del ano, con una suavidad que me electrizaba. Calculé que podría dejarlo un ratito allí y luego inventaría como quitármele.
Antes de poder inventar, ya me estaba introduciendo un dedo y luego dos y yo sentía una delicia indescriptible. Entonces me entregué a lo que quisiera hacer conmigo. Para montarme, me hizo sentar al borde de la cama y luego echarme para quedar de espaldas, pero con las piernas afuera, las que me levantó, me hizo bajar los talones hasta tocar las nalgas y luego abrir las piernas a los lados. Ya en posición, comenzó a penetrarme lentamente con ese grueso falo; yo gemía, de dolor y placer, él seguía hacia adentro y cuando tocó fondo comenzó con una movención que me hacía ver angelitos.
Yo levanté mi cabeza hacia la suya y nos dábamos fogosos besos, mientras Andrea me chupaba las tetillas, hasta que finalmente Mauri eyaculó dentro de mí y yo también me desarrollé en otro tremendo chorrazo. Quedé sorprendido; nunca en la historia de mis masturbaciones había llegado a eyacular dos veces en la misma noche.
Ya de una tercera no me sentía capaz, pero conversamos otro buen rato, compartiendo caricias y prometiéndonos un nuevo encuentro en el que él se la “comería” a ella (“porque aprendí a hacérselo a mujer y lo hago delicioso”) y yo a él.
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