Llegamos estupendamente,
de manera oportuna.
Nos iremos trasladando
a ese amor
que nos engancha
con premisas cruciales
que determinan dichosamente
cuanto y cuando será en el Reino de los Cielos.
Nos dirigimos hacia ese instante
primario y único
que asimila y destaca
cuanto conseguimos en ideales,
o puede que algo más.
Nos soñamos
en un encierro de colores
del que nos liberamos.
Hemos sido en tierra nueva, fértil,
con premisas claras,
con sobresalientes creencias
en un producto poliédrico.
Ensayamos,
y, sin duda, algo aprendemos
en una perfecta memoria
que nos colectiviza.
Hemos de singularizar
los espacios de querencia.
Nos enseñamos mucho,
de todo, una y otra vez.
Las virtudes
nos entroncan férreamente
con una visión clara
de poderío en misión.
Hemos obtenido
los hermosos tonos clásicos,
y volamos
hacia la perspectiva diáfana
de un paraje flamante.
Relucimos.
Estiramos
las sensatas costumbres,
que nos equilibran.
Damos con esa suma serena
que nos ubica
en trecho y narrativa.
Los eventos representan
lo que tuvo sentido
en una etapa querida.
Nos convocamos ahora
en un Olimpo que cala
con la suerte mejor abonada.
Llegamos, como digo, estupendamente.
Juan Tomás Frutos.
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