Despertó muy temprano y mientras trataba de recordar el sueño nocturno tuvo una epifanía, al instante supo que era ella, la sintió anunciándose desde el limbo del tiempo, dando pasos a través de un lugar insostenible en el espacio, un lugar donde todavía habitan las criaturas míticas que mantenían vivo el insomnio de las personas en la antigüedad, un recoveco donde habitan los titanes que le dieron nombre al cielo.
Se asustó por la nitidez del ruido de sus pasos retumbando en el piso de madera y la nombro en el silencio de la habitación, al instante sintió su hálito tibio en el cuello:
Aquí estoy –dijo- estuve esperándote mucho tiempo, incluso en la luna.
Alex sintió un escalofrío recorrerlo y al instante se desenmaraño el nudo que sentía en el estómago desde la infancia: estaba buscándote –le contestó disculpándose-, alguna vez nos construí una casa junto al mar…
¡Si la vi! –dijo ella emocionada, con ese gesto indeleble que la caracterizaba- pero llegué tarde, de hecho estás parado en donde estuvo la sala.
Constantemente te soñaba entre los vestigios de vidas anteriores pero te perdí en innumerables ocasiones y de maneras inimaginables –continuó el abrumado- nunca he olvidado tu nombre… y tenerte aquí ahora es…
Julia extendió la mano desde el otro lado de la semioscuridad y salió de a poco, se tuvieron frente a frente, por primera vez en muchos años de reencuentros azarosos y despedidas lúgubres.
Lo tomó de las manos y le recordó: Dijiste que lo volverías a vivir conmigo mil veces pero no han sido tantas…
Alex la miro atentamente: Bueno, ahora nos sobra el tiempo.
Se besaron lentamente en el jardín del Edén, escuchando el silbido de pájaros de mil colores...
Comentarios
COMENTAR
¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales