MICAELA 2

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Mi perro se acercó a mí mientras aún me secaba el cuerpo, al salir del baño, frío como si el agua se hubiese llevado todo el calor de mi hermosa vecina y lo profundo de mi sueño, llevaba en su hocico la correa para pasear, muy descarado de su parte después de haberme sacado de tanto placer, al final me cambie rápidamente y decidí que el aire fresco de la tarde en el parque me sentaría bien.

Al salir Álvaro uno de mis mejores amigos me silbo para que le esperara, y como a él le gustaba siempre andar con dobles sentidos en la boca de una me dijo que vas a sacar a tu perrito el sometido sexual, lo miré como si quisiera matarle, y nuevamente hablo diciendo.

-ya hombre tengo mucho tiempo sin ver que metes a alguien en ese apartamento, se ve que tienes rato que no le hablas a unos labios femeninos y no precisamente los de la boca entre carcajadas seguimos caminando.

Yo le conté mi sueño, y de lo mucho que me gustaba la vecina. 

Aunque era relativamente nueva en el barrio había conseguido fama, había más de una historia basada en ella, la mayoría inventivas de las esposas celosas. 

Álvaro no tardo en contarme una de ellas, al ver una cara de perverso y casi como si lo viviera inició su relato.

- hermano me dijeron que Micaela, la vecina que tanto me dices que te gusta, estuvo el otro día con dos tipos en el callejón cerca al parque, dicen que se metió las dos  al tiempo en la boca y que jugaba con ellas, se las pasaba por todos lados, dicen que gemía tanto que la señora de en frente salió y fue quien vio ese espectáculo.

Algo en su historia me fastidió y le insinúe que cambiáramos de tema, persuadiéndolo claro está, sólo le mencione su equipo favorito de fútbol. Mi perro como siempre si no era a la entrada era a la salida, se orinó sobre mis zapatos, teniendo tanto espacio en el parque. Él era especial y así lo quería.  Me despedí de Álvaro y seguí caminando a casa. 

Vaya sorpresa cuando casi entraba a mi casa escuche la voz de la vecina.

-hola vecino, será que puede prestarme su teléfono fijo.

Vestía unos shorts de jeans muy por encima de la rodilla, una blusa que parecía brazier y una simple colita le sostenía el cabello.

Tardé un poco en responder, pero al final le dije:

- tranquila vecina entre y hable todo lo que quiera.

Justo después de entrar marcó un número y muy enojada decía que le trajeran sus llaves. Yo solo podía mirar como se dibujaba la silueta de su nalga queriendo salirse del short como si fuera su prisión, tal vergüenza pase cuando se giró y yo estaba estúpidamente concentrado en su culo providencial. 

Descaradamente me dijo, 

- vecino son reales, y no muerde luego soltó una carcajada.

Mi pantalón casi que se desabrocha solo, luego pensé que me estaba volviendo esclavo de mis deseos y mis instintos. Le ofrecí un café, pero ella se notaba algo agitada, me sonrió y me dijo usted es muy atractivo, y a mí me gusta, puedo coger con usted ahora mismo... Yo me sorprendí y hasta pensé en la historia de Álvaro, seria verdad es así de fácil, pierde un poco la emoción no lo sabía, sólo me dejé llevar. Me llevó hacia ella de un solo jalón, casi que rompiendo mi corredera me la sacó y empezó a jugar con ella, su lengua era perfecta como en el sueño, ella misma se desabotonó, no llevaba nada más puesto. Con sus dos dedos abría la pluma en su vagina, como calmando su sed y la mía los pasaba sobre los labios y me insinuaba donde todo iba a terminar, sus senos eran hermosos, me los dejó ver en un parpadear después de solo retirar su pequeño toples. Lamí sus picos hasta que brotaran como la rosa. 

Y bendita mi suerte que la puerta sonó, la llamaban Micaela estas ahí, era su hermana, aquí están las llaves, mi perro me delató ella sin prisa soltó mi pene dándole un beso de despedida y mojándolo con lo último de su sabia puesto en los dedos, diciéndome:

- Esto no termina aquí, lo que me apetece me lo como y a ti solo te probé...

Ajustó sus shorts y subió su blusa para luego marcharse como si la realidad fuera sueño y sin dejarme despertar.


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