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Una brisa fría de una tarde otoñal auguraba un resguardo al calor de la estufa. El paisaje de las ventanas regalaban a sus ojos el tornasolado color del atardecer, donde entre el naranja intenso y el amarillo de esas pocas hojas del árbol, se camuflaba el sol que abrazaba vida en todos los rincones de la casa.
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