Reaccionamos
ante los destellos de una luz
que marca el camino.
La seguimos
sabiendo que hay algo de salvación
en ella y en lo que supone.
Fraccionamos
todos los segundos
para convertirnos en primeros
en esa rueda que es senda y destino.
Continuamos.
Superamos
los sueños y los mimos
y buscamos más,
muchos más, y más.
Todo se cierne en positivo
sobre nosotros y los amores
que experimentamos y extendemos.
Ya creemos,
o eso parece,
en la fuerza
de un presente no anclado
ni pendiente de resultados.
Hace tiempo que advertimos
el afán mayor,
y por eso reaccionamos
a los brillos de una etapa,
a la senda, a la caricia,
a lo que fue,
o pudo ser.
Hay emoción, belleza,
hermosura interior,
y toda una colaboración
hacia el misterio
que nos marca la vía,
hecha para nosotros,
o eso parece.
Fuimos en la suavidad,
y ahora seremos completos
en la hechura y la hondura
de un cariño real y sincero.
No te puedo prometer nada,
pero lo que describo
pinta maravillosamente.
O, de veras, eso creo.
Juan Tomás Frutos.
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