¡Amoldarse!
Dormido a su lado el cielo sueña,
con el verde profundo del lago,
acariciando enlunado una,
estrella, pétalo de seda,
cual corola suspirando.
¡Perfumada!...
En la melena con fuego nevada,
en el viento encantador,
de la sonrisa en el agua,
en la piel de los trigales.
¡Más allá de las fosfóricas cortinas!.
¡En los meses perlados en la calma!.
Amoldarse es la respuesta...
Cuando los momentos vagabundos menudean,
en las sombras del éter frágil,
y libres lucen su ardor firmes,
y abren cálidas sus nubes,
y montan el estandarte... ¡Ondulando ondulantes!.
En los párpados... ¡Sus alas!.
En el ímpetu dichoso... ¡Natural!.
¡Qué revive la pasión sintiendo libre!.
¡Qué cultiva el embeleso del rubí!.
¡Qué desnuda el viento celeste!.
Por amoldarse depurado...
Con los pétalos sembrados en la espuma,
deshojando los espejos incoloros,
anudando el instante en un espasmo,
en el fuego de la fuente desbordante,
por el eco amarfilado de la brisa,
en la corriente fervorosa de las horas,
estremeciendo al cálido torrente.
¡Qué desviste los olvidos anhelados!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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