No aguanto más las ganas de contemplar tu desnudez. Tenerte frente a mí, a la luz de la luna, a la luz de las velas. En lo más profundo de mi mente hay un lugar dónde el deseo y la tentación de lo prohibido quiebra todo límite y se intensifican los deseos más perversos. El deseo de ver nuestros cuerpos unidos. Es un lugar dónde te beso con intensidad y te quito la ropa con brusquedad. Pierdo todo sentido del límite, me dejo llevar por ms instintos salvajes; mis manos se meten en tus zonas íntimas y te hacen vibrar. Un torbellino de sensaciones inicia la chispa que se convertirá en fuego, el fuego de la pasión que consumirá nuestro ser que detendrá el tiempo y desaparecerá el mundo que nos rodea, sólo estamos nosotros dos.
Ardo en los deseos de carne, quiero marcar tu cuerpo a besos. Empezar en tus labios, seguir por tu cuello y deslizarme por tu pecho, hasta alcanzar tu sexo. Quiero hacerte sentir mi lengua juguetona. Quiero sentir cómo te contorsionás de placer. Quiero escucharte gemir e invitarte a sentir el mejor sexo de tu vida.
La distancia que me separa de tu boca, de tus labios, mantienen latente la tentación, alimentando sucios pensamientos que, cada noche, se manifiestan por las ganas de hacerse realidad.
La cama es mi terreno, déjame invitarte, déjame clavarte mis garras, no querrás irte, déjame disfrutar de los placeres carnales, el fuego clama por nuestros cuerpos.
Eres el demonio que me invita a pecar, tu sola presencia es suficiente para atraparte, ponerte contra la pared y dejar que nuestros labios se encuentren. No tengo control, no tengo dominio sobre mis manos traviesas. Ya estoy condenado, la chispa ha iniciado.
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