¿Qué me gustaba más?
Ajá –me contestó-
Pues no es mucho –le dije cómo intentando restarle importancia- pero últimamente nos he recordado burlando la seguridad a las dos de la mañana para subir al mirador de la ciudad y entretenernos contando los escasos autos que cruzan la avenida como luciérnagas futuristas en un hábitat barroco, la hermosa costumbre de inventarle una historia a cada persona que pudiese estar conduciendo a esa hora y terminar sorprendido por tu excelente nivel de improvisación; tal vez tu cara la primera vez que me atreví a descubrir lo que se ocultaba bajo tu falda y sobre todo tu mirada –justo como la que tienes ahora- invitándome a seguir, aún me tiemblan las manos cuando lo pienso. Amarnos entre los árboles y pasar juntos los sustos de la precocidad corporal sin precauciones –aunque te rías Julia, parece que se había vuelto un deporte-
Siempre me dio miedo tener un niño siendo tan joven –dijo sin dejar de sonreír- habrías huido lejos seguramente.
No creo –le aclaré sinceramente- si por mi fuera lo repetiría mil veces más.
Eso paso hace mucho tiempo Alex, tal vez sigues enamorado de mi fantasma –me miró y esperó mi reacción-
No importa amor –contesté- aunque estés con él ahora, todo lo anterior sigue siendo mi parte favorita de nosotros.
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