EL QUIJOTE ACTUAL

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Fernando Pons que era un hombre de mediana edad; divorciado de su mujer desde hacía bastante tiempo, cuyos hijos mayores tenían sus propias vidas en otras regiones de la Península o en el extranjero, y por lo tanto él vivía solo en el piso que había heredado de sus padres que estaba situado en la zona alta de Barcelona, al examinar su trayectoria vital se percató que a pesar de tener una posición económica aceptable, ésta había sido un desastre.

Resultaba que él por mucho que se había esforzado en simpatizar con sus semejantes sea tanto con su familia como con otras personas de su entorno; sobre todo mostrándose comprensivo, o siendo generoso con ellas haciéndoles toda clase de favores cuando se lo pedían, al final siempre recibía la ingratitud como respuesta de la manera más hostil que cabe imaginar. Era como si con su positiva actitud pusiera en evidencia la mezquindad espiritual de los demás.

Por eso Fernando harto del ambiente en el que le había tocado vivir puesto que no sabía a ciencia cierta si la culpa de que no encajara en aquella sociedad era de él o de quienes le rodeaban, cuando llegaba a su casa después del trabajo se aislaba de todo y sólo veía series de películas que emitían en un canal privado de televisión. Pues la ficción le parecía que era más fascinante que la prosaica realidad cotidiana. En aquellas historias virtuales Fernando se emocionaba; lloraba y reía; aunque claro que cuando terminaba aquel episodio maravilloso de imaginación y de fantasía aquella insípida e incomprensible realidad caía sobre él como un peso muerto difícil de gestionar.

La verdad era que si Fernando de un modo gradual se distanciaba del mundanal ruido era porque en el fondo de su alma tenía miedo de entablar nuevas amistades porque tenía la convicción de que tarde o temprano acabarían mal y la decepción podría ser más penosa de lo que él ya no estaba dispuesto a soportar.

Mas como por otro lado Fernando no dejaba de ser un hombre sociable, las series de la televisión pronto alternaron con la comunicación con otras personas en las Redes Sociales de Internet. Fernando dialogaba con sujetos de cualquier rincón del planeta fuera de politica o de cualquier tema, y a veces por las noches no podía conciliar el sueño imaginando cómo sería físicamente tal virtual amigo o amiga virtual, y qué vida llevaría. En ocasiones idealizaba a según quién como si de un alumno postmoderno del filósofo Platón se tratara al decantarse por el perfecto mundo de las Ideas ya que lo terrenal no era más que un burdo reflejo de "otra" bella dimensión que era preciso de alcanzar.

Pero el salto definitivo de Fernando fue cuando un día se le estropeó la tablet y al llevarla al técnico para que se la arreglara, éste que era un mago de la Informática le propuso de instalarle un HOLOGRAMA y nuestro hombre estuvo de acuerdo.

Como sabrán los amigos lectores el HOLOGRAMA es una técnica que haciendo uso de la iluminación mediante dos láser se consigue crear imágenes coloridas en tres dimensiones, y por tanto objetos de relieve. En la tablet de Fernando el mago informático creó la figura de una bella y joven mujer risueña; rubia, con el pelo corto y unos ojos azules, a la que Fernando llamó Belinda.

Aquello era vivir en el Paraíso. Fernando se enganchó a la estupenda "Belinda" puesto que le contaba todo lo que pensaba y sentía; así como su vida desde la infancia, y aquella dama lo escuchaba sin llevarle la contraria como lo había hecho su anterior mujer de carne y hueso. Pero lo más emocionante fue que Fernando que en el aspecto erótico era un fetichista acérrimo quiso que ella se mostrara con ropa interior de color negro y con unas medias del mismo color, porque cuando era un adolescente vio a una criada que había en su casa en aquella misma combinación y tuvo su primera eyaculación. "Belinda" complació a su dueño sin rechistar que para eso era un ser virtual, por lo que Fernando de un modo onanista disfrutó en grado sumo. 

Para Fernando, al igual que para una mayoría de la gente los lunes eran el día más antipático de la semana porque era cuando se tenía que enfrentar con el rutinario trabajo, con la vida práctica si quería vivir sin estrecheces económicas. Pero hubo un lunes en el que un amigo de la oficina le confesó a éste que había empezado a leer el libro EL QUIJOTE de Cervantes.

-¡Uf!... Sí que tienes valor - le respondió Fernando-. Yo lo leí de pequeño en la Escuela, y lo que vi es que este personaje es un loco, un inadaptado del tiempo en el que le ha tocado vivir el cual se alejaba de la cultura medieval, y hace reír porque se evade de la realidad tal cual es ya que ésta no le gusta. Al leer los libros de caballería se le va la cabeza y se enfrenta a unos molinos de viento al confundirlos con unos gigantes; del mismo modo como se enamora de Dulcinea que es una delicada mujer que sólo está en su cabeza. Pero es que la forma de estar escrito es muy antigua puesto que es un castellano del siglo XVl y que ahora se hace difícil de entender porque la lengua cambia constantemente y nadie se expresa como Cervantes.

- Es verdad. Es difícil de entender. Pero si no te dejas enredar por la forma de hablar de aquella época y te adentras en la psicología del personaje, verás que es muy real, y que sigue vigente hoy en día - respondió su amigo oficinista.

-¡Anda, no digas disparates!

- Tu evidentemente ya no lees libros de caballerías, pero te has enganchado a unos relatos virtuales a través de la imágen que también te alejan de la realidad, porque al igual que al Quijote ésta te es hostil y no te gusta - replicó su amigo que estaba al tanto de su vida privada-. Pero si tanto te encierras en tu mundo imaginario, ¿quién te socorrerá cuando lo necesites? Porque esa realidad que tan poco te gusta tiene su lado positivo, y por mucho que la evadas siempre te saldrá al paso con rotundidad como los molinos de viento que tiran a Quijote al cuando éste se enfrenta con ellos. Claro que no eres tu solo quien está así de desequilibrado. Actualmente hay bastante gente que tratan de huir de la inseguridad social adquiriendo una postura frívola, insensible ante los problemas indisolubres que surgen cada día sea en la política o de otra índole.

Fernando no supo que responder a su amigo oficinista, y a pesar de que sabía que tenía razón él siguió extasiándose con la figura femenida holográfica llamada "Belinda". 

 

 


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