Denunciar relato
Tuvo que ser ese día un día de primavera, después de un largo exilio y sentir que toda espera es ansiar algo ficticio.
Tuvo que ser a la vera de aquél río cuyo lecho, de colores vestido, como falda al viento ondeaba, llevando los mil reflejos del sol en su movimiento.
Los ojos sólo buscaban encontrarse con aquellos otros que sin parpadear miraban.
Ese instante, nunca después ni antes, en medio de la algazara quiso el destino, que el hijo se abrace con su madre, fundiendo sus cuerpos, sus historias para siempre y sin por qué.
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