Fóllame Andrés (Final)
Por Andrés
Enviado el 11/05/2019, clasificado en Adultos / eróticos
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Nos tumbamos uno al lado del otro mientras recuperábamos la respiración, yo estaba en una nube, le agarré la ya flácida verga y empecé a agitarla y a decirle "Wow, qué rico joder" mientras le daba unas sacudidas y a él unos besos tiernos.
-¿Una duchita? Estoy achicharrado.
- Vale nene
Y para allá que fuimos, nos enjabonamos mutuamente, me puse bajo el chorro para aclarar mi pelo y fue entonces cuando Andrés se acercó por detrás y empezó a acariciarme las caderas y la barriga, para poco a poco bajar hasta mi coño. Era la gloria, me estaba comiendo el cuello mientras con una mano me acariciaba las tetitas y con la otra frotaba mi clítoris, primero con calma y después con más vigor, todo esto mientras sentía su polla erecta de nuevo entre mis nalgas. Era prisionera suya y me encantaba. El orgasmo era inminente, yo no paraba de gemir mientras el resoplaba contra mi nuca, al fin sentí la descarga del orgasmo mientras me retorcía entre sus brazos. Me di la vuelta, le sonreí pícaramente le agarré la polla y comencé a sobársela mientras él derramaba jabón sobre la verga. Girando la muñeca en cada meneón. Estaba como una moto. Al parecer la enculada anterior le había espoleado aún más, a tenor de sus gemidos. Diosss, verlo tan excitado con la polla dura como un barrote me estaba poniendo mala a mi también. La aclaré con el grifo para que no quedara jabón. Estaba tan apetitosa que no dude ni un segundo. Lo empotré contra la pared del baño, me agaché y engullí su verga por completo, dedicándole una mamada de ensueño. La chupaba con tantas ganas que enseguida volví a sentirme mojada y caliente. No sé qué tenía ese chico pero me tenía en celo constantemente.
Él estaba disfrutando, maravillado por mi forma de chupar. Cada vez que me tragaba su sable hasta las bolas él gemía más fuerte. Mis manos se afanaron en acariciar sus pelotas mientras él con sus manos sobre mi cabeza dirigía los movimientos. Sentía su glande en mi campanilla, la boca repleta de carne y solo me la sacaba para dejarme tomar aire, lo que aprovechaba para pedirle su leche entre gemidos. Andrés oscilaba sus caderas adelante y atrás. El orgasmo era ya inminente, así que le aferré con fuerza por las nalgas y aceleré el ritmo. Estaba ansiosa de leche. No pensaba en otra cosa, cuando exclamó: "Si, nena, dios, que gustazo, nena, no pares, me corroooooooooooo, siiiiiiiiiii".
Mmmmmmmm...... me encanta tragármelo todo, paladear el rico jugo de su placer sin apartar mi mirada de gatita viciosa de sus ojos mientras su cuerpo se estremece entre continuas sacudidas de placer. Ufffffffff, fue una corrida espectacular. Por fin estaba saciando mi sed, pero mi coño aún pedía guerra. Estaba muy caldosita y así se lo hice saber, y Andrés, cada vez más en sintonía conmigo me sugirió que termináramos de ducharnos. "Ahora me toca a mi calmar mi sed, cielo", me sugirió mientras me abrazaba y me besaba el cuello. Su verga, aún tiesa entre mis muslos y sus manos acariciando mi culito.
Me estaba poniendo cardiaca. Mi coño parecía un volcán, así que le miré a los ojos, me reí pícaramente, eché la mano abajo, agarré su polla y empecé a jugar con ella por mi coño húmedo. Me pasé su glande por todas partes: Por arriba, por abajo, por los lados... para acabar en el clítoris, ahí la froté con todo el vicio que tenía acumulado de antes, notar su prepucio contra esa zona era la gloria y para Andrés también, que no me soltaba el culo y se acercaba a mi casi suplicando que le dejase meterla de nuevo. Por fin bajé el glande un poquito, coloqué la verga en mi vagina y suavemente Andrés la metió de un empujón. Gemimos al unísono y entonces me coloqué en posición: me agarré a las paredes de la ducha y abrí las piernas para que el pudiera darme bien y sin problemas. La penetración empezó suave, pero a medida que las caricias, el manoseo en las tetas y los besos aparecieron, el ritmo de follada aumentaba. Miraba para abajo toda fascinada como su gran polla me percutía, como entraba y salía a toda velocidad mientras sus pelotas se movían como un péndulo. Era delicioso, sus gemidos me estaban poniendo a mil y no tardé mucho en correrme, en ese momento me solté, me abracé a él y con toda su polla dentro me retorcí para sentirla más y apurar el orgasmo. Después me la saqué, le besé acaloradamente y con un buen y preciso meneo le agradecí el rico orgasmo que me había hecho sentir.
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