Brenda, mi cuñada (parte 3/6)

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Pasado lo anterior, Brenda continuó montada encima de mí, con los ojos cerrados, como concentrada en disfrutar al máximo cada segundo, yo empecé a reír pues ni siquiera le había desnudado por completo y ella ya se había venido. Me miró tímidamente y dijo con voz de entre vergüenza y timidez “Mmm, yap”, eso me hizo reír más. Se dejó caer sobre mí y empecé a besarla tiernamente, acariciar su cabello, su espalda y sus deliciosas nalgas. Le dije “Ni creas que me vas a dejar así, sigo yo”, dicho esto ella se rio y me dijo “¿Apoco crees que eso fue todo?” Acto seguido se incorporó sobre la cama y se acostó a un lado de mi, empezó a besar mi abdomen y poner su mano sobre mi pene, aún traía el calzón puesto y ahora estaba empapado de los jugos que Brenda había derramado sobre mi. Sus besos eran lentos, suaves y recorría con su lengua cada centímetro de mi abdomen, lentamente bajaba y mientras lo hacía, su mano acariciaba mi dura verga que palpitaba. Al llegar al calzón, no me lo quitó en ese momento, lentamente siguió besando y lamiendo por encima de la tela y cuando llegó a mi verga que, estaba como tienda de campaña ahí dentro, empezó a besarla y darle mordisquitos. Así lo hizo un par de minutos hasta que sus manos empezaron a recorrer el elástico y poco a poco a bajarlo, por fin liberaría mi dura y erecta verga de su prisión, que salió rebotada hacia arriba al bajar el calzón y dijo “Wow, mi esposo nunca se rasura ahí, hacía mucho que no veía una sin capucha, se ve más bonita así, dan más ganas de chuparla”. Solo escuchar esto se me puso más dura aún. Empezó a recorrerla con su mano suavemente. Se acercó más y abrió los labios, le daba pequeños besitos en la punta, luego con su lengua la recorría de arriba a abajo hasta que abriendo la boca en su totalidad se la metió en ella, succionando como nunca antes me lo habían hecho. Fue delicioso sentir su cálida boca, sus tersos labios, su lengua jugueteando con mi glande. Siguió chupándomela, despacio, fuerte, muy rápido, luego muy suavemente para luego solo la punta y después atragantarse totalmente. Sabía lo que hacía, era una chupadora experta y parecía que era su intención demostrármelo. Mientras me la chupaba me quitó por completo el calzón, abrí las piernas y se acomodó entre ellas, estaba empinada y me ponía tan caliente ver el contorno de sus nalgas, de vez en cuando mientras me la chupaba me miraba y lanzaba sonrisas cómplices con mi verga en su boca.

Nunca imaginé que fuera tan buena, por si fuera poco, acariciaba mi escroto con las puntas de sus dedos muy suavemente, lo cual aumentaba el placer. Dejó de chuparme la verga un poco para lamer y chuparme el escroto, los testículos. Si bien era algo que muy pocas veces me habían hecho antes, no era algo que me disgustara, pero la gran sorpresa fue cuando poco a poco empezaba a abrir más mis piernas y dirigía sus labios y su lengua hacia más abajo. Si, iba a darme un beso negro. No sé si ella sabía que eso me gustaba o solo lo hizo a ver qué pasaba, pero asumo que, como entre mujeres e cuentan TODO, Karina le habría contado a Brenda que me gusta que me estimulen el ano. En fin, poco a poco sentía su lengua más abajo y yo me movía y acomodaba para que siguiera. Sentir su lengua recorrer mi ano fue delicioso, sentía electricidad por todo mi cuerpo, no sé si ella ya había hecho eso antes, pero sentí que lo hizo muy bien, pasaba su lengua alrededor, la ponía en el centro del ano y la empujaba como queriendo meterla. Hizo esto por unos minutos y regresó a mi verga que ahora chorreaba más líquido por tanto placer, continuó chupando mientras empezaba a sentir que con su mano volvía a mi culo, lo había dejado tan ensalivado que empezó a meter su dedo en él. Eso fue el cielo para mí, en serio, amigos deben perder el miedo a probar eso, no hay placer más grande que te metan un dedo mientras te chupan la verga. Sentía su dedo en mi culo, lo metía y lo sacaba, tenía tanta baba que entraba y salía fácilmente, con su otra mano acariciaba mis huevos y encima de todo me chupaba la verga como si no hubiera mañana. No pude más, me dejé llevar y tuve el orgasmo más grande que recordara hasta entonces, exclamé mientras sentía como el semen se acercaba y empezó a brotar a chorros, chorros que no vi porque Brenda no dejó escapar nada de su boca, mientras me venía ella chupaba con más fuerza y me metía el dedo más profundo, no recuerdo haber tenido un orgasmo tan largo ni haber expulsado tanto semen como sentí esa vez. Ese fue el segundo orgasmo de la noche. Brenda seguía chupando a pesar que el orgasmo había terminado, yo estaba en un éxtasis que no me permitía moverme, era tanto el placer que sentía que no resistía más, ella dejó de chupármela y se levantó mientras se limpiaba la boca y decía “Que rico”. Me sentía totalmente exprimido, mi verga empezó a aguadarse y seguía saliendo un poco de semen, no le pregunté que como sabía que eso me gustaba, la verdad no me importaba, en ese momento solo quería descansar un poco y continuar.

Se acostó y me preguntaba si me gustó lo que había hecho, le dije todo lo que me había hecho sentir y volvimos a besarnos. Mis manos fueron a su espalda y rápidamente desabroché su brasier, el cual inmediatamente dejó caer y pude ver sus pechos, esas deliciosas tetas que tantas veces saboreé y había imaginado a través del escote, ahora estaban frente a mí, se ofrecían a mí para hacer de ellas lo que quisiera. Brenda tomó mi cabeza y la empujó hacia sus tetas, las besé lentamente, recorría su contorno con mi lengua, en círculos desde afuera hacia dentro, para poco a poco llegar a su pezón achocolatado que coronaba su deliciosa teta. Se sentían más firmes de lo que había imaginado. Al llegar mi lengua a su pezón lo lamí suavemente y lo presioné, lo que hizo que gimiera levemente y se sobresaltara. “Ahora la otra”, dijo. Hice lo mismo, ella sentía un placer muy grande y mientras lamía su pezón, me dijo suavemente “Muérdelos”, orden que acaté inmediatamente. Ligeros mordisquitos y apretones con los labios, noté que se excitaba más con eso, poco a poco lo hacía más fuerte y ella disfrutaba más, llegó un punto en que sentía que la lastimaba y podría causarle una herida, pero ella disfrutaba cada vez más. Volteé a verla y ella bajó su mirada para verme también y me decía “Que rico, sigue”. Continué besando, lamiendo y mordiendo sus tetas y sus pezones, con cuidado de no dejar marcas, aunque la verdad en algunos momentos no me importó y le daba mordidas fuertes que la hacían gemir más.

 

Continuará...


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