Brenda, mi cuñada (final)

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No sé qué sensación haya tenido Brenda cuando me vine dentro de su ano pero supongo que fue algo extremadamente placentero pues aún con mi verga dura dentro de ella soltando las últimas gotas de semen, volvió a venirse, esta vez también pude sentir las contracciones (los músculos de la vagina están estrechamente relacionados con los del ano, algunos comparten fibras, por lo que también se pueden sentir las contracciones) y como esas contracciones involuntarias apretaban aún más mi verga y me hacían sentir delicioso. Ese fue el sexto orgasmo de la noche.

Nos tendimos en la cama, rendidos, agotados, yo arriba de ella. Mi verga empezaba a achicarse luego de la faena y se sentía extraño como salía del culo de Brenda mientras se retraía por si sola. Parece que eso también divirtió a Brenda pues comenzó a reír y dijo “Se siente chistoso”. “Nunca antes se habían venido así, dentro de mi ano, no puedo creer lo delicioso que se siente” dijo ella. Nos acomodamos uno al lado de otro, nos abrazamos y acariciamos suavemente, sin decir una sola palabra, los únicos ruidos que había era el de la lluvia golpeando en la ventana, nuestra respiración y el suave roce de nuestras manos sobre nuestra piel, contrastando con los gritos, gemidos y palmeadas que sonaban hace apenas unos minutos. Nos levantamos y fuimos a la regadera, tomamos el baño más largo y sensual que hayamos vivido antes, fue algo tierno, ya no cogimos en la regadera, solo nos acariciamos y lavamos nuestros cuerpos uno al otro. Volvimos a la cama totalmente rendidos, prestos a descansar. Dormimos desnudos.

Al día siguiente desperté con una sensación de placer tan grande y cuando pude darme cuenta, era porque Brenda me estaba chupando la verga, que mejor manera de despertar. “¡Buenos días dormilón!” me dijo mientras volvía a chupar mi verga deliciosamente “Estoy desayunando, déjame te doy tu desayuno” dicho esto, se colocó encima de mi poniendo su chocha en mi cara, haciendo un 69. Los que lo han hecho saben lo deliciosa que es esa posición, que te chupen la verga mientras tu lames la chocha, el secreto es tener buena coordinación. Estaba comiendo mi desayuno, jeje, mientras agarraba y acariciaba las ricas nalgas de Brenda, de vez en cuando también le daba lengüetazos a su delicioso culito y empecé a acariciarlo, al hacer esto sentí que Brenda hacía lo mismo, acercaba su dedo a mi ano. Ahora no solo nos dábamos sexo oral, también nos penetrábamos el ano con nuestros dedos. Delicioso, no hay otra palabra para definir esa sensación. Luego de un rato de estar así, Brenda se incorporó y me montó estilo vaquera inversa. Fe todo un espectáculo ver esas nalgotas rebotar y moverse frente a mis ojos, ensartadas en mi dura verga. Esta vez el sexo no fue tan salvaje como la noche anterior, pero no por eso menos placentero. Estuvimos en esa posición mucho rato hasta que le dije que cambiemos. Se acostó ella boca abajo y puse una almohada bajo su vientre, eso dejaba sus nalgas un poco paraditas y yo me hinqué a horcajadas sobre ella. Era inmensamente delicioso ver sus nalgas totalmente a mi merced, con mi verga embistiéndola en esa posición y ella haciendo unos leves gemiditos, como los que se escuchan en los videos porno japoneses. Para este momento Brenda ya había tenido un orgasmo mientras le lamía su rica chocha, así que no me esforcé mucho en aguantar mucho más. Empecé a sentir que me venía y justo en ese momento, Brenda tuvo otro orgasmo, fue la señal para dejarme llevar y soltar lo que me quedaba. No puse más resistencia y mientras ella aún disfrutaba su segundo orgasmo de la mañana, yo exclamé fuertemente mientras sacaba mi verga de su chocha y expulsaba el semen a chorros sobre sus nalgas y su espalda. Para haberme venido dos veces apenas unas horas antes, era una buena cantidad la que expulsé. Con mi verga aún dura y soltando las últimas gotas, embarraba el semen en las nalgas de Brenda, ella me dejó hacerlo y cuando me dejé caer rendido a su lado, con su mano se tocaba las nalgas buscando restos de semen para embarrárselo en las tetas y me decía “Después me los echas aquí”, mientras se apretaba su teta izquierda.

Continuamos acostados un rato, preparamos café y desayunamos completamente desnudos, sabíamos que tal vez nunca volveríamos a pasar una noche como esa así que quisimos aprovechar al máximo. No bañamos juntos, metimos su ropa a la lavadora y luego a secar, ya no hubo más sexo ese día. Brenda se fue por la tarde, aunque sabíamos que no debimos hacer lo que hicimos, ninguno de los dos sentía culpa. Volvimos a estar juntos algunas veces más, pero ninguna tan memorable ni tan excitante como esa primera noche juntos, era difícil escaparnos sin levantar sospechas y andar cuidándonos de que las personas nos vieran por ahí, además con el tiempo Brenda tuvo una hija y el cuidado de ésta hizo aún más esporádicos nuestros encuentros, un año después Karina y yo tuvimos un hijo y se volvió aún más difícil. No volvimos a tener un escenario ideal como esa noche para dar rienda suelta a nuestros deseos, quizá en el futuro lo tendremos, no lo sé, pero sí estoy seguro que ambos lo esperamos, mientras, seguiremos teniendo esporádicos encuentros disfrutándolos al máximo.


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